SALUD, VIVIENDA Y EDUCACIÓN | Ahora, superar la desigualdad
24/11/2015 128 VISUALIZACIONES fELIPE DESLARMES Y GRACIELA PEREZ
Asesor especial de varios organismos internacionales (ONU, OIT, OEA, OMS, entre otros), especialista en temas clave como lucha contra la pobreza, reforma del Estado o políticas de desarrollo, autor de más de 50 libros traducidos a varios idiomas, entre ellos: Primero la gente, Escándalos éticos o Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad. Una perspectiva internacional, el doctor Bernardo Kliksberg es un ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, además de haber sido condecorado con la Orden al Mérito Civil otorgada por el Rey Juan Carlos de España o la que recibió de la Academia China de Ciencias blandas.
Con 5 títulos universitarios, de sus textos se desprenden análisis que ayudan a repensar otros órdenes posibles. Cuestionando lo que en muchos casos se naturalizó y lo que en otros se presentó como inmodificable, Kliksberg destruye el mito de la pobreza como fatalidad inexorable: “La ciudadanía –señala Kliksberg– tiene todo el derecho a reclamar seguridad, pero la mano dura no la va a dar. Sólo sirve para atraer votos con consignas demagógicas de solución fácil del problema”.
Según Unicef, son siete las necesidades básicas que cualquier niño debería tener cubiertas: vivienda, agua potable, instalaciones sanitarias, educación, información, salud y nutrición adecuada. Hay 1.000 millones de niños (cerca del 50% del total mundial) que sufren de privaciones severas de alguna de ellas, de los cuales 700 millones están privados de dos o más.
Analizar los conceptos de Kliksberg frente a temas clave como vivienda, educación y salud, resultan oportunos para plantear la agenda del futuro gobierno.
Pobreza
En el capítulo “Los escándalos éticos de nuestro tiempo”, de la serie publicada en Página/12 y auspiciada porUnesco, detalla cómo en un estudio pionero de Birdsall y Londono, en 1997, simularon econométricamente cuál sería la pobreza si la desigualdad no hubiera crecido en América latina como lo hizo desde los ’70 a mediados de los ’90, período de las dictaduras militares y de la experimentación de recetas ortodoxas extremas. Estiman que el aumento de pobreza hubiera sido la mitad del que fue. A esto lo llamaron “pobreza innecesaria”, creada sólo por el aumento de las desigualdades y referencia a la grieta (la verdadera) que existe entre el 10% más rico y el 10% más pobre. En Noruega es de 6,1 veces; en España es de 10,3, y en América latina es 5 a 10 veces mayor, superando en algunos casos las 30 veces. Pero declara que “hay soluciones”: identifica como políticas públicas creadoras de desigualdad, “las aplicadas en la Argentina en los ’90, que hicieron que 8 millones de personas dejaran de ser clase media y se transformaran en pobres en esa década”. Y las contrapone con las “políticas proigualdad”, como la AUH, puesta en práctica por Cristina Fernández de Kirchner, que protege ya a 3.700.000 niños pobres del país. “Mientras que el desempleo se triplicó en la Argentina de los ’90 –dice–, llegando al 22% en 2000, entre 2003 y 2011 se crearon 5 millones de puestos nuevos de trabajo, y el desempleo es del 7,3%. Los escándalos éticos referidos y el aumento de las desigualdades fueron agudizados por la actual crisis económica mundial, la mayor desde la de 1930”.
Para Kliksberg, la pobreza es una brutal perversidad de nuestro tiempo que no tiene justificación ninguna. Y afirma que la relación entre pobreza y desarrollo no es lineal: “A veces se piensa que, en cuanto hay desarrollo, mágicamente desaparece la pobreza y que, por lo tanto, no habría que destinar muchos recursos para combatirla, sino más bien buscar el desarrollo. Esta es una noción refutada por la realidad”. Entiende que el crecimiento económico y el desarrollo son imprescindibles para derrotar la pobreza, pero que no la arreglan mecánicamente: “En la práctica hay un tema de desigualdades que no se puede ignorar ya que un país puede crecer, pero si tiene una alta desigualdad en su interior, muy poco de ese crecimiento llega a los sectores que más lo necesitan”. En ese sentido, subraya la diferencia entre los países nórdicos, con años enfocados en minimizar la brecha entre los que más y los que menos tienen, contra el crecimiento de la dictadura militar de Pinochet, “donde hubo un crecimiento económico considerable, pero dentro de un período donde la pobreza se duplicó”. Demuestra así que puede haber crecimiento, con ganancias exclusivamente concentradas en unos pocos.
Vivienda
“Con frecuencia se piensa el tema vivienda sólo en términos de que tiene una mala vivienda. En realidad, lavivienda es el resumen final de múltiples exclusiones sociales”, remarcaba Kliksberg en su presentación en el Foro Ecuménico Social. Allí, recordó que en América latina hay 128 millones de personas que viven en “tugurios”, algo que tiene un atisbo de vivienda pero que no se lo puede llamar así; como ocurre en las villas miseria o favelas, que reflejan la marginalidad social y económica en el hábitat.
“El hábitat diario es decisivo en la vida de la persona. Según haya o no luz, la salud psíquica va a ser distinta. Según haya o no agua, van a morir más o menos chicos”, detalla. En América latina, hay 60 millones de personas que no tienen agua potable. Allí mueren treinta chicos de cada mil antes de cumplir los 5 años de edad, y las condiciones del hábitat son decisivas. En la Argentina, la tasa de mortalidad infantil se redujo 0,8%, pero ronda los 13 chicos que mueren de cada mil. Cerca de 6 mil de esas muertes son evitables. La falta de vivienda lleva al hacinamiento y éste, entre otras cosas, a la deserción escolar. Ahora bien, ¿dónde hacen los deberes los chicos de las villas miseria o de las favelas? Kliksberg responde: “En medio del tugurio, del hacinamiento, y desde ya que su rendimiento escolar es absolutamente incidido por la falta de las condiciones más mínimas para poder vivir”. Desde la mortandad infantil hasta la deserción escolar, la vivienda es central.
Revisando la historia, Kliksberg reflota la importancia que tuvo que, a mediados del siglo XIX, la ciudad de Londres instalara toda la infraestructura sanitaria de la ciudad. “No puede ser que una sociedad democrática no asegure condiciones básicas de servicios públicos fundamentales como los vinculados a la vivienda. Es éticamente inaceptable y es una falla grave de las políticas públicas”.
Kliksberg identifica en cada tugurio un resumen de la exclusión social. Entre las dificultades adicionales, la falta de vivienda dificulta conseguir un mejor empleo. “Hay jóvenes de villas miseria o tugurios que van a buscar trabajo desesperadamente, incluso algunos que son ayudados en su capacitación por ONG, pero a quienes finalmente todo se les cae cuando les preguntan dónde viven y no pueden dar una dirección porque los tugurios en América latina no tienen calle ni número”.
También entiende que “la vivienda precaria es también desconexión con el Estado”. Donde la única relación con el Estado que tienen los jóvenes pobres de los tugurios es la Policía, y en funciones represivas. “¿Cuánto vale tener una vivienda donde una familia pueda almorzar o cenar con los chicos? ¿Cuánto vale eso en términos de desarrollo de una sociedad?”, pregunta para quien la diferencia entre las familias que tienen una vivienda o no, es total.
“Tienen identidad generacional, aprenden sobre lo que está sucediendo en la realidad, forman un razonamiento crítico, amplían su lenguaje, tienen un desempeño en inteligencia emocional, equilibrio psicológico y desarrollo de sus capacidades cognoscitivas y de su razonamiento muchísimo mayor que los que no tuvieron esa infancia. Para que haya mesa familiar tiene que haber una vivienda”.
El Fondo de Población de Naciones Unidas advirtió que los pobres formarán gran parte del crecimiento futuro de las ciudades y que deben respetarse sus derechos a la ciudad (en lugar de intentar expulsarlos) y planificarlas de modo “que las familias pobres puedan disponer de un lote con suficiente superficie y acceso a abastecimiento de agua, saneamiento, energía eléctrica y transporte, donde construir su vivienda y mejorar su vida”.
Educación
Kliksberg hace hincapié en la buena alimentación en los primeros años de vida. Según la Unicef, si un chico nocome bien hasta los tres o cuatro años de edad, no se establecen las conexiones interneuronales en su cerebro. La desnutrición causa daños irreversibles. Poco importa si después come mucho; ya es tarde.
Entonces, a la pobreza hay que atacarla ya mismo. Según el especialista, importa muy poco que lo llamen “asistencialismo”. En esto consiste la Gerencia Social, a través de modelos organizacionales que empoderen a la gente, que promuevan la participación comunitaria y la organización, para la autogestión de los planes sociales.
“La educación es una estrategia ganadora para la región y para el planeta siempre que superemos los errores, dilemas y mitos con los que nos movemos con frecuencia. Es la gran lucha que tiene que dar el mundo en democracia”, dijo el especialista, quien enumeró una serie de falacias que se dan a la hora de analizar el tema.
En primer lugar, advirtió que no concibe que se hable de educación sin hablar de los contextos de cada país y caracterizó el escenario mundial actual como “el más grave desde la crisis de 1930, que nació en Wall Street en 2008, 2009 y que está consumiendo al continente europeo”.
Una de esas falacias que hay que tratar de quebrar es cuando se habla de deserción escolar sin hablar del contexto. “Los pobres en el mundo caminan seis horas para tener agua. Y hay once millones de chicos menores de 14 años en América latina que trabajan. A ellos es muy difícil pedirles que no dejen la escuela”, explicó.
En materia de calidad educativa, Kliksberg dijo que la falacia es creer “que la calidad es un bien reservado sólo para una parte de la población, para una elite. Chile, bajo dictadura, fue un ejemplo de esto. Creó un Plan Estratégico de la Educación, por el cual el Estado financió la educación privada”.
Las carencias que se tengan en los primeros años de escolaridad se van a acentuar con las consecuentes repeticiones y deserciones. Por ello, es necesario enfrentar a fondo las causas últimas de las desigualdades en el contexto y, por ende, revisar todo el modelo económico-social. Así también, ver cómo democratizar las oportunidades reales para que todos estudien y a buen nivel.
Pero otra posibilidad, muy frecuentada, es eludir olímpicamente la discusión de fondo sobre el modelo y concentrarse en supuestos dilemas. Uno, fundamental: el que supone que el dinero se tiene, pero que se gasta mal. “Se suele decir que los presupuestos son considerables, pero se gastan muy mal. Sin duda, la gestión en educación, como en todo el sector público, debe ser mejorada. Pero las asignaciones presupuestarias están muy lejos de las necesarias”, aclaró Kliksberg.
Se argumenta que se gasta mal, porque la mayor parte del gasto está concentrada en sueldos y en gastos administrativos imprescindibles. Pero, ¿cómo va a ser diferente si los recursos son menores que los que se precisan?
América latina gasta en educación sólo el 4,2% del Producto Bruto Interno: los países desarrollados el 5,3, los países ejemplares en este campo más del 6.
Finlandia –uno de los líderes mundiales en rendimiento educativo– gasta en educación primaria 5.373 dólares por alumno; Francia, 5.224. En cambio, en México son sólo 1.604 dólares; en Colombia, 1.257, y en Perú, 446.
En la Argentina, en el gobierno de Néstor Kirchner, y por iniciativa presidencial, el Congreso sancionó la Ley de Financiamiento Educativo, que obligó al Estado a dedicar a educación el 6% del PBI.
El gobierno de Cristina Fernández llevó la inversión en educación en 2011 al 6,47% del Producto Bruto, la mayor cifra de la región. Al mismo tiempo, el plan Conectar Igualdad sirvió para achicar la brecha tecnológica.
En sociedades como las latinoamericanas, con vastos sectores de la población viviendo en la pobreza y la miseria, la educación puede ser una poderosa fuerza de cambio social y devolución de dignidad y esperanza a los pobres. Por el contrario, de persistir las fuertes inequidades que la marcan, será un refuerzo permanente de los círculos perversos que conducen a la exclusión social y la tornan en una situación sin salida.
Normalmente el debate en educación cae en un error serio: sólo enfatiza el papel de la educación como medio, como recurso económico macro en la competitividad, como medio para ganar posiciones en el trabajo.
Es todo eso, pero es además un fin en sí mismo. Es la vía por la que los seres humanos desarrollan sus potencialidades éticas, espirituales y solidarias, y se realizan
Lo que importa es en qué dirección se está avanzando. Mientras que en España, Irlanda y Portugal terminan de bajarle el sueldo a los maestros a la mitad, y en los Estados Unidos el Tea Party logró que se despidiera masivamente a maestros en los Estados que gobierna, en la Argentina la matricula creció en los últimos ocho años un 25% (primaria), un 22% (universitaria) y se duplicó la educación técnica que había sido completamente desmantelada. Falta mucho, claro. Y esa deuda deberá encararla el nuevo gobierno.
Salud
La salud no depende sólo de los sistemas de salud. Es un producto final de una serie de determinantes sociales.Como lo resalta Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud (2010), son “agua potable, nutrición, educación, vivienda, empleo, seguridad. Si tiene todo eso, un 70% de su salud está bien”.
Como lo hizo notar Amartya Sen en 2010: “El ambiente epidemiológico en el que vive una persona puede tener un significativo impacto sobre la mortalidad. El acceso a los servicios de salud y la naturaleza del seguro médico, tanto público como privado, son algunas de las influencias más importantes sobre la vida y la muerte. Igual ocurre con los otros servicios sociales, incluyendo la educación básica y el orden y disciplina de la vida urbana, al igual que el acceso al conocimiento médico moderno”.
La visión ortodoxa de que primero se deben volcar todos los esfuerzos al crecimiento, y luego de que se logre, esperar el momento de dedicar fondos a salud y educación es falaz. La amplia investigación realizada por la OMS con la conducción de Jeffrey Sachs sobre las relaciones entre desarrollo y salud destruyó esta visión de piloto automático.
Después de años donde en América latina hubo fuertes intentos por revertir logros anteriores, y privatizar en este campo, y entregarlo al mercado, en el marco de los nuevos modelos de inclusión impulsados por la ciudadanía, los países del Mercosur y otros son hoy referencias muy estimulantes de cómo las políticas públicas con apoyo de la ciudadanía pueden mejorar la salud colectiva.
En la Argentina, de 2003 a 2011, se lograron establecer sólidamente los medicamentos genéricos, poner los medicamentos básicos al alcance de toda la población y expandir la red hospitalaria y mejorar su calidad.
Por otra parte, se trabajó intensivamente sobre determinantes sociales de la salud. Se eliminó virtualmente la desnutrición por la que la Argentina era nota de tapa en el mundo al terminar la gestión Menem. Así, por ejemplo, en una provincia como Tucumán, donde morían niños casi diariamente por desnutrición, se redujo a virtualmente cero.
Cuando finalizó la década neoliberal ortodoxa en el Gran Buenos Aires, sólo el 40% de la población tenía acceso a cloacas y agua potable. Hoy es el 72%.
A su vez, la Asignación Universal por Hijo ataca directamente determinantes sociales críticas para los 4 millones de niños hijos de trabajadores informales y para las mujeres pobres embarazadas.
Durante la privatización, la Argentina careció de una política de agua. En diez años, el país puso al agua como uno de los temas prioritarios en la agenda. Se le asignó presupuesto a la construcción de cloacas y agua potable en gran escala. En el Gran Buenos Aires, cerca del 70% de la población no tenía agua potable. Ahora, en La Matanza hay 100% de cobertura, lo mismo que en Tucumán y Santiago del Estero.
En agua potable falta menos del 10% a nivel país. Y en cloacas, La Matanza, Tucumán y Capital Federal son las más avanzadas. Hace diez años, en Santiago del Estero había menos del 50% de cobertura. En cuanto a las cloacas, más de una tercera parte todavía no tiene instalaciones, aunque difiere marcadamente según las zonas. Pero falta mucho, y hay planes de inversiones gigantescos porque es una prioridad.
Por eso, será necesario que jamás se vuelva a hablar de gasto en educación, en salud, en vivienda. Se trata de una inversión. Y la más reproductiva que pueda tener una sociedad. No se trata de beneficiarios, se trata de derechos.
Compromisos
La agenda del flamante presidente ya esté cargada pero será fundamental que tenga en cuenta estos temas, parael desarrollo social en plenitud. Pero cada ciudadano será un jugador fundamental en este partido que debe tenerlo como protagonista y no como espectador. En palabras de Kliksberg: “El Estado es, en una sociedad democrática, el responsable principal de garantizar a todos los ciudadanos sus legítimos derechos a nutrición, salud, educación, vivienda y trabajo. Pero ello no exime a otros actores sociales”.
La presencia activa de la ciudadanía en los procesos de formación de las políticas públicas (exigiendo que las necesidades básicas de la gente sean prioridad real, su monitoreo para que ello se cumpla y su juicio evaluador), significan una presión continua que es vital para la mejora de la calidad de la política pública. “Esa presión democrática incidió fuertemente en el ascenso de los presupuestos de salud en diversos países latinoamericanos en los años recientes. Los líderes transformadores tuvieron en ella una base de apoyo para realizar cambios a favor de la gente. La sociedad civil en acción complementa y enriquece esas políticas sociales”.