Versión ampliada de la Publicada en Miradas al Sur del 27/04/2014

“El trabajo no registrado es un trabajo sin derechos”
Entrevista. Stella Maldonado. Secretaria general de CTERA

La titular de la mayor organización sindical de docentes a nivel nacional, al mismo tiempo que identifica los cambios históricos que han padecido los trabajadores en general, habla sobre el trabajo en negro, revela las trampas en las que cae el Estado, denuncia el trabajo infantil y reconoce los logros conseguidos y sugiere un mayor aprovechamiento de la particularidad de su gremio para descubrir necesidades de mejoras en la sociedad.
La Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) es una entidad gremial que afilia sindicatos docentes de todo el país y cuenta con la participación de 143 entidades de base. Pertenece orgánicamente a la Central de los Trabajadores Argentinos, CTA.
Más de setenta años después de la conformación del primer gremio docente, se creaba la CTERA. Su fundación data de 1973, en plena primavera camporista a pocos días de que Juan Domingo Perón ganara sus últimas elecciones presidenciales (las que ganó con el 60% de los votos). Entre sus diversos dirigentes, se destacaban Eduardo Requena, Alfredo Bravo, Isauro Arancibia y Marina Vilte.
A poco de crearse, la CTERA encontró los primeros obstáculos. El terrorismo de Estado, el instrumento de las clases dominantes para disciplinar política, social y económicamente a la sociedad argentina detrás de su proyecto, golpeó fuertemente a la CTERA: Arancibia era asesinado en la sede de su sindicato la misma madrugada del golpe; poco después desaparecían más de 600 docentes, entre ellos Vilte y Requena; y muchos otros fueron encarcelados, cesanteados, o exiliarse. Como tantos otros sindicatos, la base de CTERA fue intervenida.
Con la recuperación de la democracia, el gremio docente volvió a organizarse y llegó a ser el único espacio de resistencia a la entrega neoliberal del menemismo.
La educadora Stella Maldonado está al frente de la CTERA desde que ganó las elecciones internas de 2010.
–¿Cómo analiza históricamente la preocupación por el trabajo no registrado o “en negro”?–Las expresiones de lucha respecto del trabajo no registrado comienzan a tomar mayor visibilidad en los ’90, porque en las décadas anteriores teníamos altas tasas de trabajo registrado. Claramente, a principios de la década del setenta, cuando en la Argentina teníamos pleno empleo y la tasa de desocupación no llegaba al 3%, en su inmensa mayoría, se trataba de empleo registrado. Las preocupaciones de los sindicatos de entonces no pasaban por la registración laboral, sino que tenían cuestiones mucho más avanzadas como: la distribución de las ganancias entre los trabajadores, el control obrero de la producción o el control de la seguridad e higiene en los lugares de trabajo con personal autárquico que tuvieron por entonces las comisiones internas de fábricas. La década del ’90 es aquella en la que nace la CTA con un objetivo central: organizarnos como trabajadores. En Ctera tardamos en incorporarnos a la CGT, acción que quedó trunca con el Golpe cívico-militar del ’76 que tanto nos afectó. La subocupación empezó con los efectos forjados en dictadura: desindustrialización, tasas de desocupación y de trabajo no registrado muy altas que se incrementan hasta lograr su pico más alto en 2001/2002 que terminó con el estallido social. Por supuesto, luego de iniciado el proceso político del 2003, con el gobierno del Dr Néstor Kirchner, comienza una recomposición del tejido productivo, comienzan a generarse puestos de trabajo, muchos registrados pero muchos otros no. Y si bien tenemos hoy un empleo no registrado de casi un 34% de trabajadores ocupados, reducirla es una enorme deuda de la democracia con los trabajadores porque, para nosotros, el trabajo no registrado es un trabajo sin derechos.
–Coincidirá con que la informalidad no es pareja en todas las áreas…
–Claro. No se da de la misma forma en todas las fuentes de trabajo. Por eso es importante que la ley que se ha empezado a discutir en el Congreso sobre la posibilidad de registrar a los trabajadores de las mega-empresas y de algún sector de las pymes, tenga especial cuidado en eso. Porque hay pymes de poco personal que son poderosas económicamente, que exportan y habrá que ser muy claros en a quiénes abarca. Pero hoy nos preocupa la informalidad en algunos sectores con niveles muy altos como ocurre con los empleados de comercio, gastronómicos y trabajadores rurales; sus sindicatos han hecho muy poco por lograr la registración de sus trabajadores. Y desde otro lugar, celebramos lo que se ha logrado en la registración de trabajadores de casas particulares donde, por fin, tienen una ley que los incorpora al pleno derecho. Y aunque resulte lento, estamos siguiéndolo, junto con un proyecto que estamos desarrollando sobre trabajo infantil. Porque también en el sector agropecuario y de casas particulares existe trabajo infantil y es una de nuestras luchas fundamentales.
–¿Qué están haciendo en ése sentido?
–Hoy estamos trabajando mucho sobre la concientización de qué significa trabajo infantil, porque no sólo refiere al trabajo en la producción; es trabajo infantil también cuando una niña está cuidando otros chicos, incluso cuando deben quedarse en la casa cuidando a sus hermanos para que sus padres trabajen.
–¿Cómo aprovecha la llegada de su gremio para revelar irregularidades, incluso como el trabajo infantil?
–Sí, claro. Hemos tenido la posibilidad de trabajar en el diagnóstico de las regiones donde hay mayor cantidad de trabajo infantil y además, hemos pedido que se avanzara con algunas políticas, como la de lograr los Jardines de cosecha para que los chicos más chiquitos puedan estar atendidos en instituciones educativas y no tengan que ir con sus papás cuando van de un lado a otro. Pero otro tema importante es que no solamente los privados tienen trabajadores no registrados; también ocurre en el sector público… Tanto a nivel nacional como provincial o municipal hay trabajadores no registrados. Existen contratos precarios, contratos basura que no hacen aportes a las cajas jubilatorias, incluso algunos puede que den alguna cobertura médica pero que no tienen los aportes a las cajas jubilatorias. Y esa es una situación que no está debidamente relevada.
–¿Pasa en la educación?
–Sí, en educación también; porque el Ministerio de Educación de la Nación contrata docentes para sus programas que después se ejecutan en las provincias, un trabajo por el cual no les hacen aportes a las cajas jubilatorias. Todas esas horas trabajadas jamás formarán parte de su cálculo de haberes al momento en que se tengan que jubilar. Ésta es una de las demandas que hemos enfrentado en las últimas paritarias nacionales docentes, cuando pedimos que ése también sea trabajo registrado y no precarizado.
–¿Qué avances observa en estos últimos años?
–En el 2002 se nos desmayaban los chicos en las escuelas porque no comían. Eso hoy no pasa. Y es fundamental. Y se da porque hay más trabajo, porque las escuelas tienen comedores y hay una gran cantidad de chicos que comen en los comedores escolares de todo el país, pero subsisten problemáticas sociales, y que se identifican claramente en las escuelas. Las escuelas siempre son cajas de resonancia de las problemáticas sociales, y por eso el lugar del docente es de mucha responsabilidad y complejidad. Uno de los avances muy importantes resuelto recientemente en la paritaria Nacional es el de la formación permanente de los docentes, que desde ahora serán en servicio, gratuita y garantizados por el estado Nacional. Esto implica que muchos docentes que pagaban de sus propios bolsillos los cursos para tener mayor puntaje, ahora van a estar cubiertos. Porque la forma de acceder a cargos directivos es por concurso; no sólo por antigüedad se llega. Esto permitirá hacer un análisis más profundo y va a redundar en una mejora de la educación que queremos ofrecer para todos.
–¿Cuáles son los desafíos para adelante?
–Como trabajadores de la educación, todavía tenemos mucho por hacer respecto de las condiciones de trabajo: hacen falta crear nuevos puestos de trabajo, tenemos escuelas donde ni siquiera existen los secretarios y donde los directores tienen que hacer todo, no hay preceptores en los jardines de infantes; hay que mejorar muchísimo las condiciones de trabajo, por ejemplo, en infraestructura donde, a pesar de que se han construido muchas escuelas hay provincias como Corrientes, Buenos Aires o Santiago del Estero donde cuestiones edilicias y hasta de higiene afectan tanto a trabajadores como a estudiantes. Otro punto crítico es la escuela secundaria, que ahora es obligatoria, donde se han aumentado mucho las matrículas, que es algo bueno, pero donde todavía tenemos una tasa de abandono y repitencia muy alta… un tema multicausal que exige grandes transformaciones tanto en su formato, como en su régimen académico y en la organización del trabajo de profesores. Sigue pendiente también terminar con los profesores taxi que en una semana tienen ocho escuelas u ochocientos alumnos; no se puede enseñar en esas condiciones. Tampoco es posible hacerlo con cuarenta estudiantes amontonados, si se pretende que en verdad todos aprendan. Hay que seguir incrementando la inversión educativa, que es un gran desafío, porque si se estanca, retrocede. Y es necesaria una nueva Ley de Educación Superior ya que todavía nos seguimos manejando con la del menemismo, que destruyó la escuela pública. Y esa nueva deberá contemplar presupuesto propio porque, en este momento, es muy difuso conocer exactamente cuáles son los recursos de las universidades y cuáles los de la educación del Estado nacional.

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