La destrucción de la educación porteña
Escuelas PRO: Escuelas pobres para pobres. Los niños rezan para que no llueva.
En Nueva Pompeya, a dos cuadras del Ceamse y de una embotelladora de Coca-Cola, está la escuela primaria de jornada completa Deán Diego Estanislao de Zavaleta. Es la escuela 10ª D.E. 5, ubicada en Iriarte y Amancio Alcorta, en Barracas. Más de una vez, el horario de ingreso de alumnos y docentes coincidía con el de salida de las ratas. Concurren 420 niños y niñas de un segmento social y económicamente castigado. Son hijos de familias de trabajadores donde ambos padres trabajan en la construcción o limpiando casas. Es común ver que los hermanos más grandes se hacen cargo de los más chicos, llevándolos y regresándolos a sus casas, muchas veces casillas precarias. Para muchos, la escuela no es su segundo hogar, sino el primero. Allí les dan alimento, reciben buen trato y cumplen el sueño de recibir educación, a pesar del gobierno porteño.
Llegaron a la redacción de Miradas al Sur fotos recientes del estado de abandono del gobierno del PRO, que debe considerar una mejor inversión una bolsa de cemento en un boulevard en el barrio de Belgrano que reparando esta escuela.
Hoy, la escuela tiene uno de los dos patios clausurado porque desde hace tres días la cloaca del barrio despide toda la mierda hacia el patio luego de que se obstruyera un desagote con la obra de renovación del cruce de las avenidas, obra que se hizo en tres oportunidades en los últimos dos años, por distintas circunstancias. El otro patio tiene el mobiliario arrumbado en uno de sus extremos. “La obra del comedor sigue sin terminar, uno de los patios externos está invadido por aguas cloacales donde el alumnado debería jugar y realizar las actividades de educación física; hay muebles en desuso a la espera de ser retirados que por el momento sirven de hábitat a las ratas y a los indigentes que se trepan por las rejas y usan el patio trasero de refugio”, explotan los docentes, pero en silencio porque sigue vigente una circular de Mariano Narodowski que prohíbe que de director para abajo se dirijan a los medios. ¿Será esto invisibilizar?
En esta misma escuela, el año pasado, luego de un temporal, se quedaron sin el techo del comedor luego de que un árbol lo partiera al medio. Los niños debían comer en el pasillo que lleva a los baños. Tardaron varios meses en repararlo. Miradas al Sur denunció ése abandono, pero no lo repararon hasta que cortaron las calles. Por entonces, uno de los arquitectos de Infraestructura, el mismo día del corte, dijo: “Tienen que poner más voluntad... Si en tu casa se te cae un árbol en el comedor, comés en el living”. Ahí todo se paralizó. Hasta que una docente pudo lanzarle: “Sí, claro, eso porque tenés una casa con comedor y living. Pero veníte a vivir acá; donde duermen siete en una cama a ver si podés darles esa respuesta estúpida”.
Los funcionarios que en febrero pasado intentaron apaciguar las aguas (¿cloacales?) hablaron de “los plazos del Pacto Toyota”, algo que nadie de la escuela puede explicar de qué se trata. Sólo se presuponen padrinazgos. “Por entonces, Carlos Javier Regazzoni (subsecretario de Gestión Económica, Financiera y Administrativa de Recursos) se comprometía a que antes de julio estaría resuelto. Ya estamos en noviembre”, recuerda Pablo Francisco, docente y delegado de la escuela y se pregunta si tendrán que esperar al inicio del ciclo lectivo 2014 para volver a llamar a los medios para ver si algo cambia.
“Hace 10 años, el presupuesto de Educación estaba en el 30% y desde que el macrismo llegó al poder en la ciudad, se redujo. Hoy está en el 24% y el año que viene se baja al 21,7%”, remarcó el secretario general de la Unión de Trabajadores de Educación (UTE-Ctera), Eduardo López, y agregó: “Yo soy de Soldati, otro barrio de escuelas abandonadas. Cuando convocamos a un funcionario porque no había calefacción, la respuesta fue que ‘reclaman calefacción en la escuela los que no la tienen en sus casas’... hay una concepción de que la educación es una mercancía y que si es gratis deben aceptar lo que le den. Pero la educación es un derecho y el Estado tiene que garantizarlo”.
La parte de la comunidad educativa que no integra el gobierno porteño se esfuerza por creer que tanto Fernando Domínguez, de la Dirección General de Infraestructura Escolar, y el director de Educación de Gestión Estatal, Max Gulmanelli, se “olvidaron” de la escuela. Quizás los funcionarios necesiten un recordatorio. Valga esta nota.
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