La Patagonia Rebelde: de la censura a la lectura obligatoria y al teatro
La obra de Osvaldo Bayer, en el Cervantes y en los
planes de estudio de Santa Cruz.
Las Putas de San Julián, una adaptación de la obra capital del
periodista e historiador, se representa en versión libre de Rubén
Mosquera, con una particularidad: el propio autor sube a escena para
cumplir dos sueños.
Desde el 10 de julio y hasta el 14 de agosto, el escenario de la Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes presenta Las putas de San Julián, realizada y dirigida por Rubén Mosquera. Se trata de una versión libre de un tramo de La Patagonia rebelde, que cuenta al autor entre sus actores y que recupera el final que Bayer quiso darle a la película homónima que Héctor Olivera filmó en 1974. Se basa en una investigación que le significó: ocho años de investigación, una película que popularizaría su obra, persecuciones, amenazas de muerte de la Triple A y el exilio y desarraigo de toda su familia.
En su casa de Belgrano, Bayer conversó con Miradas al Sur: “Hace varios meses empezamos a preparar la obra y estrenamos en junio. Lo de la obligatoriedad de la lectura me enteré de improviso cuando me llamaron desde allá… Qué curioso, ¿no?”, señaló: “De quemado durante la dictadura a lectura obligatoria en la secundaria”.
Juan Domingo Perón dejó la película en un limbo, ubicándola entre la negativa de su aprobación y la no prohibición. Pero unos meses más tarde, en respuesta a una interna en las Fuerzas Armadas, la autorizó y pidió que estuviera en la mayor cantidad de cines posible. Unos meses más tarde, muerto el presidente y en el gobierno de su mujer y vice, Isabel Perón, sería prohibida. Y los libros, ya en la dictadura, serían quemados en un operativo comandado pro el teniente coronel Jorge Gorleri “por Dios, Patria y hogar”, tal como reza el comunicado oficial. “Gorleri llegó a general de la Nación, ascendido por Raúl Alfonsín pese a que yo había enviado al Senado este antecedente”, recordó Bayer y subrayó: “¡A los radicales les importó un carajo! Claro, el tema todavía no estaba como está con este Gobierno… en estos tiempos en que se logró que estos tipos fueran en cana y todo eso. Por entonces, estaban las leyes de Obediencia Debida y Punto Final”.
Bayer recordó un congreso en Alemania en el que Alfonsín gritó: “‘¡Los que se escaparon nos vienen a dar una lección de democracia a nosotros, que estuvimos allá luchando por la democracia!’ ¡Macana! Si se la pasó pescando en la laguna de Chascomús… no hizo nada. El mundo entero se enteró de lo que pasaba por las publicaciones de los exiliados, las conferencias y manifestaciones que organizamos, pero según Alfonsín nos escapamos”. Aclara que no lo dice por él sino por quienes padecieron miseria en el exterior y murieron en el exilio o en los campos de concentración.
La historia. En medio de la inmensidad poco poblada de la fría Patagonia de 1922, en un contexto donde la mujer ni siquiera era considerada ciudadana –debería esperar 29 años más para votar por primera vez–, frente a un Ejército que acababa de asesinar a un grupo de obreros desarmados que habían osado desafiar al poder real con una huelga, cinco mujeres pupilas del cabaret La Catalana, en el puerto de San Julián, en Santa Cruz, se negaban a dejarse tocar por soldados que habían protagonizado los fusilamientos. “¡Porquerías!”, “¡Con asesinos no nos acostamos!”, reivindicaban quienes figurarían en las actas policiales como: Consuelo García, argentina, 29 años, soltera, profesión: pupila de prostíbulo; Angela Fortunato, argentina 31 años, argentina, casada, modista, profesión: pupila de prostíbulo; Amalia Rodríguez, 26 años, argentina, soltera, pupila de prostíbulo; María Juliache, 28 años, española, soltera, 7 años de residencia en el país, profesión: pupila de prostíbulo; y Maud Foster, 31 años, inglesa, con 10 años de residencia en el país, de buena familia, pupila de prostíbulo. Todas recibirían un fuerte castigo por su rebeldía.
Bayer había cerrado el segundo tomo de su investigación con un capítulo que describía lo ocurrido en ese prostíbulo el 17 de febrero de 1922 y, aunque él había sido co-guionista de la película, debió ceder a la presión de cambiarle el final, que no por eso resultaría menos desafiante: la película termina con los estancieros ingleses felices cantando al militar que dirigió los fusilamientos la versión en inglés de “Porque es un buen compañero”.
“A Bayer siempre le quedó como una asignatura pendiente lo ocurrido con estas mujeres”, observa el director de la obra del Cervantes, Mosquera, quien en diálogo con Miradas al Sur reveló que lo une al historiador una proyección de afecto que tenía por un viejo tío anarquista que reivindicaba lo valores que él realza. “Quise que él estuviera en escena para que realizara dos sueños pendientes, dándole la oportunidad de actuar y contar desde adentro del escenario como si él lo estuviera relatando, creando un cruce de dimensiones temporales muy atractivo: uno era el final que él había querido hacer para la película, recuperando la dignidad de las putas de San Julián; el otro, poder bailar un vals con Marlene Dietrich. Y se los cumplí. Por eso, la gente termina tan emocionada…”.
–¿Por qué aparece esto de “la muerte es mentira cuando se queda sin argumentos”?
–Es algo muy personal. Creo que los tipos que han vivido plenamente la vida, mueren varias veces y vuelven a renacer... como Bayer, que cuando llegó a tener un buen puesto de periodista en un buen medio, habrá pensado que ésa iba a ser su vida; y después fue historiador, y habría proyectado terminar así, y fue profesor universitario, preso, exiliado, estuvo al borde de la muerte por enfermedades, hace poco un accidente muy fuerte en Alemania… y está acá, empezando una nueva vida, la de actor. A Osvaldo la muerte vino a visitarlo varias veces y por eso también muchos se preguntan cómo un tipo de 86 años se anima a jugar arriba del escenario con la muerte… y es porque no le tiene miedo… porque vive plenamente.
–¿En qué nota la sistematización de Bayer, quien siempre señaló la importancia de que el historiador revele todo, incluso lo que contradice su propia tesis?
–En su rigor histórico, encomiable, que él sigue tanto en términos históricos en su sistema de investigación como tuvo en términos de preparación para ser actor y que se impuso en los ensayos… lejos de la cosa bohemia de la gente de teatro… Es el primero que está cambiado, lee todos los días su parte, se pone detrás de escena con una luz para poder seguir página por página lo que va ocurriendo, saber cuándo tiene que entrar y va repasando lo que dirá…Y eso de una persona que con sólo salir a escena la gente lo aplaude.
La obra surgió como una idea que Bayer le ofreció a Mosquera luego de ver un trabajo de ballet que éste había preparado sobre la historia de amor entre América Scarfó y Severino Di Giovanni, también protagonista de otro libro del historiador.
“Tuve mucha suerte en esta investigación –recuerda Bayer– porque empecé cuarenta años después de los sucesos y encontré a muchos testigos y protagonistas con vida, claro, menos los peones fusilados y a Varela que había sido muerto por un anarquista alemán al año siguiente. Hice una investigación completa, muy seria. De ahí los cuatro tomos de documentación”.
–¿Cómo recuerda aquellos años de la pesquisa?
–Cuando estuve allá, después de haber tomado registro de los documentos, recorriendo la zona de los prostíbulos, preguntando y entrevistando, y mientras recopilaba información, dos hombres ya grandes aparecieron donde me hospedaba. “Sabemos que usted está averiguando sobre aquellas mujeres que fueron tan golpeadas y expulsadas de San Julián. Tenemos algunos datos para darle”. Los invité con café y estuvimos hablando por horas. Sabían absolutamente todo, donde habían ido a parar, las torturas que habían sufrido. Ellos las habían visitado donde fueron expulsadas: dos a Viedma y tres a Ushuaia… me contaron que la única que había regresado era la prostituta inglesa, Maud Foster, que volvió con sesenta años y fue la madama del prostíbulo…
–¿De La Catalana?
–Exacto, se ve que la policía se había olvidado todo y ella entró. Dijeron que era la única enterrada en el cementerio de San Julián. Terminamos de hablar y saludé a los viejitos diciéndoles que ojalá todos los testigos dieran tantos datos como ellos, siendo tan precisos. Les di la mano y ahí se dieron cuenta y me dijeron: “No vaya a creer que nosotros fuimos clientes ¿eh?”. “No, no, por supuesto”, respondí… a ver si les traía problemas familiares. Fui al día siguiente al cementerio y vi que era la única tumba llena de flores. Pregunté al cuidador y me dijo que siempre estaba así…Estos viejitos turros, ¿de dónde sabían tanto? Irían todos los días… esos dos viejitos les ponían las flores.
Las entradas cuestan $ 50 y se agotan en quince minutos. A mediados de agosto se levantan las funciones porque Bayer viajará, como todos los años, a reunirse con su familia en Alemania, pero se reestrenará el 1º de marzo, con varios días a la semana. Y durante dos meses recorrerá el interior: el primer destino será San Julián.
Para Mosquera es muy raro lo que sucede en la obra. “Pensé que la gente iba a salir volando por las escenas de violencia y, sin embargo lo toleran por la ternura de Osvaldo que lo atenúa. Termina la función y todos se quedan a esperarlo para saludarlo y él no se va hasta que saluda a todos lo que se quedaron a verlo. Y muchos salen tarareando el vals”.
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