Lo que se lleva en la
sangre
Victoria Montenegro recuperó su identidad el año pasado. El Equipo de Antropología Forense identificó ahora los restos de su padre, enterrados en 1976 como NN en Uruguay.
Habría que inventar una nueva palabra para poder expresar lo que siento por las Abuelas de Plaza de Mayo, porque ‘amor’ queda chica.” La frase fue dicha a Miradas al Sur por la nieta recuperada Victoria Montenegro. Es que gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) se pudieron identificar en Colonia, Uruguay, los restos óseos de su padre, Roque Orlando Toti Montenegro, militante desaparecido el 13 de febrero de 1976. Desde mediados de ese año había sido enterrado como NN.
El miércoles Victoria dio una conferencia de prensa en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, junto a Estela Carlotto y uno de los investigadores del Eaaf, Carlos Somigliana. “A mi papá lo tiraron al Río atado a un bloque de cemento, pero su cuerpo salió a flote, apareció en la costa y 36 años después nos permitió reconocerlo”, dijo Victoria a este diario. “Tenía 20 años cuando lo secuestraron y desaparecieron. La edad que hoy tiene mi hijo mayor”, agregó. “En la historia de un país, 36 años no son nada, pero en ese tiempo a mi papá el Estado lo aniquiló nada más que por hacer lo que sus nietos hoy hacen gracias a que hay otras personas en ese mismo Estado.”
Por su parte, Carlotto remarcó allí que “la verdad a veces provoca dolor, pero siempre suma fuerzas para seguir” y que ahora Victoria sus familiares iban a poder hacer el duelo.
“Por el tipo de instrucción que recibí, siempre fui muy dura. Siempre se me reprimió el llanto, no tenía que mostrar debilidad. Pero encontrar sus huesos, verlos, me hizo entender que detrás de la idea que me formé de mi padre había un ser humano de carne y hueso, de quien no pude conocer sus abrazos. Me sentí una niña y lloré, contenida por Estela. Cuando vi las imágenes de la conferencia me costó reconocerme en esa situación.”
Victoria recuperó su identidad gracias al trabajo realizado por Abuelas. No resultó fácil: la denuncia la hicieron sus abuelos en 1988 y no fue hasta el año pasado que ella pudo reconocerse como quien es. “El miedo se fue con María Sol, yo soy Victoria”, dijo luego de un período de transición donde incluso festejaba los dos cumpleaños: el verdadero y el impuesto. Sus abuelos murieron sin conocerla.
Su caso había pasado por 13 jueces hasta que llegó al juez Roberto Marquevich. Victoria aceptó por su cuenta hacerse un análisis “para demostrar que no era hija de subversivos”. Los resultados fueron clarísimos: un 99,9 por ciento la daba como hija de Montenegro y Torres. Cuando el juez se lo confirmó, ella gritó: “Me quedo con el 0,1 por ciento”. Recién esa noche su apropiador le dijo que sus padres habían muerto en un enfrentamiento y le entregó el arma con la que –le dijo– él los había matado. Entonces, ella lo abrazó y le dijo que era “un ángel que había amado al hijo de su enemigo”. La historia real sería bien distinta.
Roque era el menor de ocho hermanos. Con el mayor tenía una diferencia de 20 años. Hizo falta mucho tiempo, charlas, e investigaciones para que Victoria pudiera reconstruir la figura de sus verdaderos padres. Toti había nacido en Metán, Salta. Se involucró en las luchas estudiantiles e ingresó en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Compartió su pasión con Hilda Ramona Torres y de allí, el 31 de enero de 1976, nació Hilda Victoria Montenegro. Pocos días después, el 13 de febrero, en un operativo militar fue separada de sus padres, a los que desaparecieron.
El coronel del Ejército Hernán Tetzlaff, El Gordo José, había estado a cargo del operativo y era jefe del grupo de tareas de El Vesubio. Tetzlaff decidió quedarse con Victoria y junto a su esposa, Carmen Eduartes, la inscribieron como suya bajo el nombre María Sol, gracias a un certificado falso expedido por el médico Juan Carlos Zucca.
Roque fue arrojado en uno de los vuelos de la muerte el 14 o 15 de mayo de 1976, pero su cuerpo apareció en las costas uruguayas y fue enterrado como NN en el cementerio de Colonia durante 26 años. Recién en 2002 sus restos fueron inhumados y en agosto de 2011 pudieron ser identificados. La madre de Victoria Montenegro sigue desaparecida.
El lunes último, Victoria y sus hijos depositaron provisoriamente los restos de su padre en la Iglesia de la Santa Cruz. “Hoy sus restos no están en el fondo del mar como algunos quisieron, sino que están en la iglesia que dio asilo a tantos refugiados y donde se conformó Madres. Sus restos están junto a un crucifijo con la sangre del obispo Angelelli y un trozo de género de la camisa del padre Mugica”. En agosto, fecha del cumpleaños de Roque, trasladarán sus restos a su amada Metán.