Wolk, el represor que escapó dos veces
El ex policía se había hecho pasar por muerto. Cuando lo descubrieron, le dieron arresto domiciliario. La Corte le revocó ese beneficio y se escapó. Lo busca la Justicia.
Ayer Horacio Ungaro habría cumplido 53 años. Era el menor de cuatro hermanos. Flaco y alto, era un poco tímido, pecoso, rubio, de ojos verdes y le gustaban los deportes; sobre todo, el ajedrez y nadar. Figuraba en el cuadro de honor de su colegio. Cuando terminara el secundario, que cursaba en el Normal Nº 3, pensaba seguir estudiando Medicina como su hermana Marta, con quien estaba más unido. En 1974, Horacio se había incorporado a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Al año siguiente, participó activamente en la lucha por el boleto estudiantil, hoy vigente. El 16 de septiembre de 1976 tenía 17 años, lo desaparecieron de su casa en la conocida “Noche de los lápices”. Con el tiempo, se sabría que, junto a Daniel Racero, María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Francisco López Muntaner y Claudio de Acha, habría sido llevado ilegalmente primero al Pozo de Arana y luego al Pozo de Banfield. Todavía están desaparecidos.
El responsable de la nefasta caza de estudiantes de la Noche de los Lápices fue Juan Miguel Wolk, comisario mayor de la policía Bonaerense. Sus camaradas lo apodaban El Alemán o El Nazi. Hoy, el policía retirado de 77 años se encuentra prófugo desde hace una semana, con pedido de captura de la Justicia Federal. El represor estaba detenido en su casa en el marco de una causa por delitos de lesa humanidad. Pero el 6 de abril pasado, la Corte Suprema de Justicia le revocó ese beneficio y cuando la policía fue a buscarlo para trasladarlo al penal de Marcos Paz, se encontraron con que se había fugado.
En el Juicio a las Juntas, Wolk quedó implicado por el secuestro, tortura y asesinato de cientos de detenidos sobre los que decidió su destino entre 1976 y 1978 en el Pozo de Banfield. Y aunque fue condenado a 25 años de prisión, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final lo dejaron libre. Años más tarde, en 1998, el juez español Baltasar Garzón pidió su extradición, pero no se la dieron. Recién con la abolición de las conocidas como “leyes del perdón” se quiso citar a Wolk a declarar, pero se dijo a los jueces que había muerto.
Sin embargo, Marta Ungaro, la hermana de Horacio que trabaja por los Juicios por la Verdad, descubrió en 2009 que Wolk había cobrado en junio su jubilación y que entre los datos del sistema no estaba registrada su muerte. Comenzó con su búsqueda y en 2010 descubrió que vivía en las afueras de Mar del Plata, en medio de un paisaje agreste, en un chalecito de estilo alpino. Y que cobraba su jubilación, religiosamente. El dato, desestimado por el juez, fue seguido por el periodistamarplatense Roberto Garrone, que publicó en Miradas al Sur sobre Wolk. Gracias a eso se lo capturó en el marco de una causa por delitos de lesa humanidad, elevada a juicio.
“Tardaron un año en ir a buscarlo. No teníamos fotos actuales de él. Y fueron los organismos de derechos humanos los que exigieron que cuando se iniciara una causa así, se le tome una foto para sumarla al expediente. Porque sino, nos encontrábamos con que teníamos sólo una foto de cuando Wolk tenía algo más de 20 años, y está por cumplir 80”, señaló Marta Ungaro a Miradas al Sur. Marta dice que no tiene miedo y está dispuesta a no descansar hasta conseguir que se haga justicia: “Cuando más grande es la denuncia, te protege mejor”.
Wolk comparte expediente con los comisarios Miguel Etchecolatz (que vivía muy cerca de su casa) y Raúl Carlos Rodríguez. También con el general del Ejército Ibérico Manuel Saint Jean, con el abogado Jaime Lamont Smart y con el coronel Rodolfo Aníbal Campos. Además de Etchecolatz, Wolk disfrutaba de la compañía de otro vecino, el ex médico de la policía bonaerense Osvaldo Falcone, imputado en la desaparición de Julio López.
El instructor de la causa es Arnaldo Corazza, el mismo juez que en marzo pasado había recibido un escrache desde distintas agrupaciones de derechos humanos por freezar las causas del Pozo de Banfield. Corazza dictó la orden de detención el viernes 5 de mayo, para que el lunes siguiente Wolf se presentara en el juzgado y luego trasladado a Marcos Paz. Pero fue recién allí cuando el juzgado tomó conocimiento de que la hija del acusado había radicado una denuncia en la comisaría quinta de Mar del Plata por la desaparición de su padre el 23 de abril.
“Su hija dijo que se había ido en esa fecha, pero podría haberse ido antes. Yo creo que ya no está en el país”, deslizó Marta Ungaro, y subrayó: “Este asesino estuvo 20 años haciéndose pasar por muerto. Es un tipo peligroso y muy contactado. Creo que esto tiene que servir para que se revoquen todos los beneficios de arresto domiciliario”.
La hija de Wolk, garante de su detención domiciliaria, se había presentado en el juzgado como escritora y obstetra, pero recientemente, este diario accedió a información que demostraría que es empleada de la Policía bonaerense, con grado de teniente, grado al que ascendió en 2007.
Las Abuelas de Plaza de Mayo, junto a organizaciones de derechos humanos y querellantes particulares de la causa Pozo de Banfield, realizarán mañana una conferencia de prensa en La Plata para denunciar la fuga de Wolk. La convocatoria es a las 10.30 en 8 y 50, en las escalinatas de los tribunales federales platenses, “para denunciar la cadena de impunidades que resultó en la fuga de este genocida y exigir la resolución de esta situación”.