Publicada en Miradas al Sur el 16/01/11

Los quieren volver locos
Vecinos y profesionales, en guerra contra los cambios en el Ameghino
Tener la razón otorgada por la ley ya no alcanza en la ciudad de Buenos Aires. Y como muestra alcanza con revisar la situación altamente conflictiva que se vive en el Centro de Salud Mental N°3 “Arturo Ameghino” generada desde el Ministerio de Salud porteño y que llevó, el miércoles pasado, al corte de calles en la puerta del hospital, ubicado en avenida Córdoba y Agüero, con una asamblea abierta en reclamo de la restitución del Dr. Rubén Slipak como director, la plena vigencia de la Ley 448 de desmanicomialización progresiva y un sistema de concursos que sea legal y legítimo.
El sistema de salud mental, en general, está articulado de esta manera: como lugares de internación están el Borda, el Moyano o el Tobar García; para una emergencia psiquiátrica, el Alvear; el Ameghino como centro de Salud Mental específico y el Centro N°1 como de salud mental y acción comunitaria; además, se suman los hospitales generales que no reportan al director de salud mental sino que reportan a sus directores y que defienden sus intereses particulares.
Antes de llegar al Ameghino, una pared que pretende ganar espacio. Con letras negras sobre un fondo amarillento desafía: “No nos pararán”.
El problema con el Ameghino se centra en un conflicto de intereses entre el Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires unido a la Asociación de Médicos Municipales (AMM) y contra la comunidad, que es la que impulsó, apoyó, promovió y reglamentó las leyes de Salud Mental: primero la 448 y luego la Nacional N° 26.657, esta última votada por unanimidad en ambas Cámaras legislativas.
La 448 exige la participación democrática de la comunidad hospitalaria en la gestión de los efectores del sector, donde los ejes centrales tienen que ver con la desinstitucionalización (atención en medios alternativos a los viejos asilos manicomiales), la conformación de equipos de base interdisciplinaria y el objetivo permanente de integración familiar y comunitaria de los pacientes atendidos. Así, se apuesta a un sistema de salud no hegemonizado por la “farmacodependencia”.
En diálogo con Miradas al Sur, Slipak dijo: “La Ley 448 promueve atención interdisciplinaria, un planteo y una transformación de los clásicos manicomios, pero no pensado desde el punto de vista del edificio, sino del concepto del paciente. La ley promueve cambios presupuestarios y una relación diferente entre el accionar de las distintas profesiones a cargo de la salud mental. Y no pensar sólo el médico por encima indicando todo”.
Por otra parte, el psicólogo Héctor Santulli, titular de la Asociación de Profesionales del Ameghino, señaló a Miradas al Sur: “En la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires hay un apartado sobre esos derechos que habilitó a que hubiera una ley específica. Por entonces, la AMM participó en un tramo de su elaboración, pero cuando se llegó al punto en el que se debatía sobre la posibilidad de que un profesional no médico dirigiese una institución, se retiraron y empezaron a oponerse firmemente”. Recordó también que la AMM es una corporación muy fuerte dentro del sistema de salud y que cuenta con el apoyo de los laboratorios.
Particularmente en el Ameghino, tanto la estructura como la dirección fueron elegidas por consenso hace más de ocho años. Y a pesar de los dictámenes judiciales, se intenta imponer arbitrariamente a una profesional cuestionada.
En la puerta del Centro de Salud N°3, una enorme bandera roja cuelga en la entrada y con letras blancas advierte: “En estado de alerta y movilización”, desde hace algo más de un año.
Vale recordar que en el año 2008, a pocos meses de iniciada la gestión del actual jefe de Gobierno, Mauricio Macri, se había desplazado a varios directores de hospitales y centros de salud porteños. En aquella oportunidad, el Ameghino resistió el embiste por el gran apoyo de Slipak.
Pero en septiembre del 2009 lograban desplazarlo en forma arbitraria y se nombraba a la Dra. Fabrykant (confesa opositora a las leyes de salud mental) con un concurso que transgredía la legislación vigente, basándose en normativas impuestas por el ministerio del Dr. Lemus, desconociendo la ley de salud mental de la Ciudad y desoyendo la posibilidad de ascenso para los profesionales no médicos.
La Asociación de Profesionales inicia, entonces, acciones judiciales que resultarían favorables a la posición de los profesionales del centro. El Gobierno de la Ciudad desautoriza al Poder Judicial al volver a desplazar a Slipak.
Santulli sostiene que “tenemos claro que primero sacarían al director, después vendrían por el perfil de la institución, por el funcionamiento y por todo lo demás (...) Slipak representa un proyecto que tiene que ver con la aplicación de la ley, la defensa de los principios de la norma y con la transformación de los sistemas de salud mental. Y eso es lo que está en juego en este ataque”.
La resistencia a estas imposiciones lleva a que Celina Fabrykant, quien reemplazaría a Slipak, no pueda presentarse ocurriendo algo inédito: que ejerza no desde la sede de la institución sino a distancia, en la sede del Ministerio de Salud. En noviembre pasado una serie de diputados de diferentes partidos se hicieron presentes en la Asamblea apoyando los reclamos. En diciembre, el Consejo General de Salud Mental expresaba por unanimidad su repudio al desplazamiento.
“Lo llamativo de la asignación de Fabrykant –reflexiona Slipak– es que en su historial dentro del centro incluye dos sumarios por abandono de pacientes (que fueron luego modificados en la Procuración con la ayuda de la AMM), un historial de casi nula asistencia, de rechazo a todos los proyectos y a toda la historia con el que se ha manejado este centro. Ubicar a esta profesional en ese lugar es claramente un enfrentamiento con el conjunto. No se trata de cualquier designación, se trata de atacar el corazón de la noble asistencia.”
A cada uno de los reclamos, se congregan vecinos, pacientes y profesionales. Las banderas gritan en cada encuentro: “Sin consenso no hay gestión. Sin respeto a la legalidad vigente no hay democracia”.
Slipak revela que tiene la sensación de que no se trata sólo de una cuestión ideológica, “que sí existe, ni de la insensibilidad del Poder Ejecutivo, sino que es algo así como una acción de escarmiento (...), la búsqueda de un ejemplo aleccionador de lo que pasa a quien se opone a que las cosas se hagan de determinada manera. La sensación de violencia que hemos sufrido es llamativa”.