Nota publicada en Miradas al Sur el 28/03/2010

El recorrido político de los veteranos de Malvinas
Pablo Bertín tenía ya 35 años cuando recibió la medalla de honor por haber impedido en Malvinas que unos ingleses se llevaran una bandera argentina como trofeo. Se las arrancó de las manos y la puso debajo de su ropa pese a los forcejeos por recuperarla y amenazas con pistolas. Desistieron y se la dejaron.
“Se quedaban sorprendidos cuando, ya rendidos, nos ayudaban a salir de los pozos y se encontraban con que habían estado peleando contra chicos que podrían ser sus hijos, que no cobrábamos por estar ahí, que teníamos armamento viejo y que estábamos muertos de hambre y frío”, recordó Bertín reunido por Miradas al Sur con otros compañeros suyos del Centro de Ex Combatientes de Malvinas (CECIM).
Bertín es hoy un hombre de 47 años, tiene una esposa de 45 años y un hijo de 10.
“Ellos eran profesionales –remarcó Bertín- y por eso entendimos, tiempo después, por qué nos atacaban principalmente los sábados, y después de las 17… para cobrar horas extras”.

Todavía no sabemos todo
“Siempre me gustó el deporte. Antes de Malvinas hacía natación en aguas abiertas y fútbol”, explicó Daniel Cattáneo que hoy pesa 92 kilos y que, midiendo 1,80 metros, de la guerra volvió pesando 48 kilos. “¿Sabés que no lloré hasta que al regresar me vi en un espejo y no me reconocí? Creí que ése era otro tipo”. Cattaneo recordó que estuvo en Monte William “como castigo, por rebelde, por cagar a tiros a un suboficial que quiso estaquear a un compañero”.
Junto con ellos, Roberto Lacalle, un tipo alto, de bigotes, ahora canoso y algo panzón que puso una escuela primaria en el barrio de Boedo, señaló: “Con una chata nos llevaban una polenta súper aguada. Se estacionaba en una colina bien visible para los que estábamos en los pozos. Salíamos en malón a atacar esa olla enorme, e irracionalmente intentábamos llenar nuestros cascos mugrientos para comer de ahí”.
Así podría entenderse porqué, cuando luego de rendirse descubrieron un depósito repleto hasta el techo de comida, (no dirán quiénes) lo prendieron fuego.
Algunos se permitieron revisar cuestiones estratégicas: “Los que fuimos a pelear éramos hijos de laburantes y la mayoría de los desaparecidos fueron obreros, dirigentes y estudiantes… porque tenían muy fresco quiénes los habían volteado en el Cordobazo”, analizó Bertín.
“La forma de defensa en la isla –reveló Lacalle- describía círculos concéntricos respecto de la casa del gobernador, donde los círculos más cercanos eran ocupados por chicos de Capital Federal y donde los más próximos a la orilla, que serían los primeros en ser atacados, por chicos del Interior”.
¿Y eso a qué lo atribuyen?
PB:- A que una marcha en Buenos Aires por sus hijos muertos en Malvinas tendría mucha más resonancia que en el Interior.
RL:- No olvidemos que teniendo profesionales de muchos años en las Fuerzas Armadas, enviaron a colimbas sin experiencia. Es que priorizaron mantener intacto su aparato represivo.
DC:- Para mí, la guerra duró casi nada. Es que donde yo estaba recibíamos bombazos permanentemente, no teníamos ni tiempo de ponernos a pensar en nada.

Mal pasar
Para todos ellos no hay un antes y un después, sino dos: antes de la guerra eran chicos con ganas de bailar, de levantarse minas, de hacer deportes, de estudiar y un miedo enorme de ingresar al mundo de los adultos. Y un (primer) después con la negación de sus derechos, con la falta de contención desde el Estado, con la pelea por un lugar donde les dieran atención médica y por un reconocimiento como víctimas.
Pero el otro después lo marcó el 2003: “Es importante que se sepa que fue el gobierno de Kirchner el que nos sacó de estar pidiendo en los semáforos– resistió Bertín- porque revisemos la historia: en el gobierno de Alfonsín, que todo bien por lo que hizo con la democracia, pero a nosotros nos dio la espalda. Y Storani, que hoy habla como un ilustrado sobre Malvinas, cuando era Ministro del Interior nos mandaba a la Policía Federal para sacarnos cagando a tiros de la puerta del ministerio. Después, Menem nos puso una pensión que apenas nos alcanzaba para pagar la luz y nos permitió entrar al PAMI donde por ser una obra social principalmente para ancianos, no nos entendían cuando pedíamos un pediatra para nuestros hijos. Después, De la Rúa fue el que nos respondió con balazos de goma; y Duhalde nos aumentó la pensión a lo que hoy serían $400, sólo para actualizar la lástima. Recién el gobierno de Kirchner fue el único que se hizo cargo de nosotros y nos puso pensiones que nos permiten vivir y recibir atención médica”.
Sin embargo, para Lacalle la mayoría de los políticos los recuerdan sólo para el 2 de abril, y como un acto de oportunismo. “Macri es igual que la mayoría. Van a hacer un acto, pero no les importamos. Todos los meses estamos peleando por la fecha de cobro”. Pero Cattáneo arremetió: “Yo estoy muy de acuerdo con este gobierno porque cuando regresamos, los mismos médicos del barrio eran quienes se solidarizaban y nos ayudaban con los controles. Y recién después de 28 años, tenemos por primera vez una obra social muy, pero muy buena. Pero que quede claro: nadie nos regaló nada. Tuvimos que meternos de prepo en la casa de gobierno para que nos tomen en cuenta”.
En los dos meses que duró la guerra, murieron 649 argentinos. Y luego, sumidos en el abandono, se estima que unos 350 se suicidaron. “Muchas de esas muertes pudieron evitarse… y son deudas de la democracia”, reclamó Bertín.