Publicado en Miradas al Sur el 07/02/10

Alta Rotación, un libro que desnuda la explotación laboral de los jóvenes
Una joven escritora se sumergió en los submundos de los trabajos basura, sólo para contarlo. Como si llevara una cámara oculta, muestra su experiencia como una revancha al sistema.
En carne propia
Una rama del nuevo periodismo denominado “gonzo” señala que escribir sobre experiencias límite exige haberlas vivido, y hacerlo en primera persona. Quienes lo profesan proponen ir más allá de las declaraciones oficiales y de la aglutinación de opiniones. Algunos ejemplos: en 1965, Hunter S. Thompson, escribió Hell’s Angels, sobre una pandilla motoquera con los que pasa un año y casi le cuesta la vida; Günter Wallraff es un alemán que se disfrazó para vivenciar la xenofobia de la República Federal Alemana después de la guerra y contarlo, en 1980, en su libro Cabeza de Turco (expresión que refiere al chivo expiatorio); o Barbara Ehrenreich que en 2002 publicó Por cuatro duros y demostró la mentira de la retórica de la Reforma de Seguridad Social que prometía que cualquier trabajo en EEUU era un pasaporte a una vida mejor.
Datos amenazantes sobre el acceso a un futuro mejor se denuncian en el libro Es difícil ser joven en América Latina, (de Bernardo Kliksberg, Ed. Sudamericana): Casi 4 de cada 10 latinoamericanos son jóvenes. Tienen por delante dilemas difíciles: necesitan terminar el secundario, porque en la región, con menos de doce años de escolaridad se está condenado a ser pobre. Del 30 al 50%, según el país, no lo logra. Estudiar ayuda a conseguir trabajo pero no lo garantiza. La desocupación juvenil dúplica la general.

Bien de acá
La escritora argentina Laura Meradi se sometió durante un año al sistema laboral enloquecedor de los primeros trabajos que ofrecen a los jóvenes, sólo para registrarlo en su libro de no-ficción Alta Rotación (Tusquets Editores).
Así, documenta cómo son desde las entrevistas hasta las tareas diarias, detallando el maltrato que recibió desde los exámenes preocupacionales para vender tarjetas de crédito Italcred en un lugar de riesgo; atender teléfonos por la noche en Phonetech (un call center en inglés), someterse a lo que señala como la colimba de Mc Donald`s, atender una caja en Carrefour, además de revelar el uso y abuso que hacen también las agencias de trabajo temporario.
Estructurado como un libro de crónicas de viaje, detallando lugares, sensaciones y modismos, con la mirada de un turista que se sorprende a cada instante, Meradi logra magistralmente introducir al lector, como lo haría un guía en una excursión, por entre la selva de la explotación que padecen miles de jóvenes, según fueron presentándosele cronológicamente.
¿Cómo surge la idea de hacer Alta Rotación?
-Fue algo muy casual. Yo estaba feliz trabajando en la biblioteca del Gobierno de la Ciudad ignorante de cuán precario era mi relación laboral. De un día para el otro rescindieron mi contrato. De Editorial Tusquets me habían ofrecido hacer un libro de crónicas sobre los “primeros trabajos basura”, dijeron. Dudé, pero empecé a verlo por todos lados: Amigos sociólogos haciendo encuestas, una amiga diseñadora de modas trabajando en un taller clandestino, mi novio que no conseguía trabajo fijo de camarero y al que llamaban sólo cuando lo necesitaban, y que encima su paga dependía sólo de las propinas. Después, ya metida en el proyecto, apareció una necesidad de contar todo por justicia.
¿Cómo empezaste?
- Hice un listado. El primero y obvio era McDonald’s al que no entré hasta casi un año más tarde, después de bajar varias veces el perfil de mi curriculum. Llené decenas de formularios, me anoté en Agencias y envié presentaciones a “bolsas de trabajo” adaptándolas a la propuesta a la que aspiraba. Tres meses después llegó el primero: vendedora de tarjetas Italcred, en Constitución, vestida con calzas insinuantes y ropa de nylon en pleno invierno, seis horas de lunes a sábado, por $750 mensuales.
¿Cómo te organizaste para registrar tantos detalles?
- Las entrevistas las grabé con un MP3 y también las primeras charlas con algunas compañeras, para respetar la forma de hablar de cada uno. Eso me sirvió para entender el tono que iba a tener cada voz en todo el libro. Después no hizo falta, pero tenía siempre una libretita donde iba haciendo anotaciones. Algunas veces escribía a penas llegaba a casa y otras llegaba tan molida que no podía hacer absolutamente nada. Esos escritos eran como piezas sueltas de un rompecabezas. Al principio, era como una cámara que registra todo sin saber bien para qué iba a servir, pero con la convicción de contarlo todo.
¿Cuál de las experiencias te resultó la peor?
-Por un lado Mc Donald´s que es muy impune. Y por otro, el call center en Inglés, de noche, donde la explotación está simulada. Es que como quienes acceden a este trabajo están un poco más preparados intelectualmente, se los trata un poco mejor. Pero la alienación extrema: cuando entrás te retienen el documento, todos te hablan en inglés, resolvés problemas de usuarios del exterior, tus compañeros están vestidos como para ir a bailar, hay un salón de empleados muy limpito, con microondas y un televisorcito donde ves series en inglés sin subtitulado, todo en una de las torres de cristal del centro, con vidrios pasando la altura de los ojos para que no veas que afuera no es Nueva York sino Buenos Aires. Y eso es tan terrible como que en Mc Donald’s el empleado sufra lo más perecido al servicio militar. Todos lo saben y nadie hace nada. Te hablan de “valores” y esperan que defiendas como si fuera propia la rentabilidad de la empresa; pero tus reclamos como trabajador no tienen lugar.
¿Qué pasa con la gente que se rebela?
- En todos los casos que viví, hay pánico a rebelarse. Los que no pueden más, se van del trabajo o los obligan a irse haciéndoles la vida imposible; como dicen algunos: “te renuncian”. Pero no pueden solucionar el conflicto.
¿Por qué en el libro no aparece el rol que juega la parte gremial?
- Ningún, pero ningún gremio apareció nunca a asesorar a los trabajadores. Nadie apareció para hablar de derechos. Por eso el tema está ausente en el libro. Nadie sabe que tienen que elegir un delegado y nunca recibieron información sobre sus derechos como trabajador. Tampoco nació de ningún trabajador informarse, y creo que, paradójicamente, eso tiene que ver con un instinto de supervivencia.
¿En todos los trabajos notaste esto de la alienación?
- Sí. La matriz de todos estos trabajos es la misma: generar la rentabilidad de la empresa, basándose en horarios rotativos y sueldos donde nunca sabés cuánto vas a cobrar finalmente. Hay algo asfixiante en todos estos trabajos: al principio los empleados pensaban que sería algo pasajero, de lo que después no pueden escapar porque no les da ni el tiempo físico ni mental para intentar hacer otra cosa. Y si logran pasar a otro trabajo, el siguiente es igual o peor. Todos pasan a durar poquito pero todos son el mismo. Todos son “Alta Rotación”.


Laura Meradi. Egresada de Letras en la UBA, publicó Alta rotación (Tusquets, 2009) y la novela Tu mano izquierda (Alfaguara, 2009). Sus cuentos fueron publicados, entre otros medios, en la revista "Lamujerdemivida".


((Recuadro 1)) Lic. Walter Bosisio*: “Operan como trituradoras de personal”

La temática del libro me resulta muy interesante. Se conecta con un estudio que realizamos bajo la dirección del Doctor en Sociología Juan Montes Cató en la Universidad de Buenos Aires (proyecto Ubacyt S815) donde se verifica que muchos de los jóvenes que ingresan al mercado de trabajo en actividades de servicio y comercio están sometidos a condiciones de precariedad laboral (bajos salarios, jornadas extensas, contratos por tiempo determinado) y fuertes pautas disciplinarias. Ambos mecanismos buscan operar en los procesos de socialización laboral de manera tal que los jóvenes vivan como normal una situación de alta vulnerabilidad.
Son conocidos los estudios que refieren a empresas de comidas rápidas, servicios de telemarketing o callcenters, entre otras que operan como trituradoras de personal, con alta rotación de sus miembros.
Se requiere, entonces, del accionar de políticas específicas y prácticas articuladas, públicas y privadas, que atiendan a un mundo con reconocimiento de derechos y realización de necesidades que apueste a la mejora de la calidad de vida individual y colectiva de nuestras sociedades.
(*) Sociológo UBA

((Recuadro 2)) Luis Hlebowicz **: “La figura del pasante fue un claro fraude laboral”

Leí el libro. No me gustó. Cuenta cosas como en una novela y no refleja la situación real que pasa en los locales. Creo que hay situaciones más importantes para mostrar. Los trabajadores de Fast Food quedaron en el gremio de Pasteleros y no en Gastronómicos por una derivación de la rama sandwichería. Tenemos 40.000 afiliados a nivel país donde 10.000 son de fast food.
La figura del Pasante es algo contra lo que hemos venido combatiendo durante muchos años. Apareció con una ley nacional y leyes provinciales, cuando se cayeron los denominados “contratos basura” que se habían planteado en la década del 90. El empresariado encontró entonces una zona gris: podían tomar a un estudiante bajo esa forma bajo la cual, como supuestamente estaba contribuyendo con su formación, no pagaba cargas sociales y, como no era un trabajador, no percibía aguinaldo, ni adicionales por horas extras, ni vacaciones, ni adicionales por feriados. Comenzaron con colegios secundarios y universitarios. Fue un claro fraude laboral. A partir de nuestros constantes reclamos, desde hace más de un año y medio no tenemos ningún pasante en la actividad.
Cuando acuden al gremio por el tema de las vacaciones les ofrecemos capacitarse en la escuela que tenemos tanto en pastelería, como en cocina, como en todo lo demás. Ahí entienden que este tipo de trabajo no va a ser el trabajo que les va dar sustento a una nueva vida, y podemos mostrarle que este trabajo parcial de ahora puede abrirle una puerta a una profesión.
(**) Secretario general de la Federación de Trabajadores Pasteleros, Confiteros, Pizzeros y Alfajoreros.

((Recuadro 3)) Dr Alberto Robles***: “Perón enseñó a los trabajadores a mirar al patrón a los ojos”
El primer empleo es la base de toda la cultura de un país. Es el que establece las reglas. Sólo hay que mirar el orgullo que se descubre en la cara de un joven al empezar a trabajar en un empleo formal para ver el tipo de país que queremos. El joven que trabaja y sabe que tiene derechos, se siente persona, se siente valioso y valorado. Esa es la base de una sociedad de trabajo en una sociedad sana.
Si vos entrenás jóvenes para que no tengan derechos; para que no tengan noción de futuro porque no tienen aportes previsionales; para que no tengan criterios de cuidar su salud porque no tienen obra social; para que no tengan idea de libertad y organización sindical porque no se pueden unir a un sindicato… si vos entrenas jóvenes de ese modo, entrenas objetos, no sujetos. Y tenés una sociedad de objetos, de gente-objeto. Y cuando sos un objeto en realidad sos un esclavo.
El sindicato siempre fue presentado como un monstruo. Pero no hay que olvidarse que los medios de comunicación son empresas, y entonces, lo que se escribe sobre todo en los grandes medios de comunicación es el punto de vista del empleador. No olvidemos que para los empresarios y para la oligarquía lo peor que hizo Perón fue enseñar a los obreros a mirar a los patrones a los ojos. Y eso no se lo van a perdonar nunca. Eso es clarísimo.
(***) Abogado Laboralista y Director del Instituto Mundo del Trabajo y consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)