
La desregulación del comercio de remedios y analgésicos fue decretada por Carlos Menem en 1991.
“Si la farmacia hiciese las cosas como debe hacer, si el paciente comprara un medicamento sólo donde hay que comprarlo y no en Internet o en el quiosco, si el médico prescribiera lo que debe prescribir – como dicen la ley, los códigos de ética, etcétera- no deberíamos depender de que el Estado estuviera mirando todas éstas cosas porque es imposible” subrayó a Miradas al Sur, el titular de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), Ricardo Martínez, respecto de la responsabilidad que compete a cada ciudadano para contribuir a la seguridad en Salud.
El tema tomó resonancia en los medios a raíz de la investigación que sigue el Juez Norberto Oyarbide en la causa por medicamentos adulterados oncológicos, para el SIDA y algunas partidas de insulina; y empujó a Senadores a tratar una ley que esperaba desde hacía cuatro años por su aprobación y que impediría que se vendieran medicamentos fuera de las farmacias.
“No sé cómo es que desde algunos medios se dijo que ya se aprobó la ley, pero no es así”, sostuvo el doctor Javier Valverde, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal y advirtió que se postergó para el próximo miércoles, algo que despertó sospechas en el sector. “Temo que los laboratorios la estén trabando. Es que hay laboratorios importantes que pueden tener un gran interés en que la ley no salga porque 1.500 bocas de expendio a través de las farmacias son muchas menos que los 60.000 quioscos que hay en la ciudad de Buenos Aires”.
La polémica. Poco después de los allanamientos de Oyarbide, el ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, declaró que “el 10 por ciento de los medicamentos que se comercializan” es ilegítimo. Hacía referencia así a un número aproximado de 50 millones de cajas de medicamentos truchos por año circulando en Argentina.
El subinterventor del ANMAT, Daniel Gallean, respondió a Zin a través de este medio: “Definitivamente no es así con lo que se vende en las farmacias” y puntualizó que lo que se compra por Internet, en el tren, en el quisco o en la calle “no son remedios seguros”. Respecto del problema legal de los medicamentos, Gallean aclaró que en realidad existen tres categorías de medicamentos ilegítimos: los robados, los falsificados y los adulterados. “Medicamento robado hace referencia a robar a un camión con medicamentos originales, auténticos; con el potencial problema de romper la cadena de frío o tenerlos vencidos antes de ingresarlo al sistema de venta, pero en general ese no es un problema sanitario sino delictivo por comercialización ilegal”. Gallean aseguró que otra cosa el medicamento falsificado y aseguró que “hoy prácticamente no existe” y concluyó: “El medicamento que se adultera es, generalmente, la ampollita de un medicamento muy caro, sino no sería negocio”. Según sus cálculos, entre todos esos rubros, en la Argentina, el problema ronda el 0.9 y el 1 por ciento. “Y dentro de ese porcentaje, lo adulterado es muy inferior todavía”. Pero agregó un tema más: “La receta falsificada, el troquel falsificado, una droguería que entrega a una obra social algo que no existió nunca. Ese es el gran rubro y la gran estafa”.
Volviendo al punto de vista del simple mortal que necesita una medicación, la nueva ley de medicamentos buscará revertir el contexto generado por el poder Ejecutivo, que en 1991, a cargo Carlos Menem y su ministro Domingo Cavallo, desde los artículos 14 y 15 del decreto Nº 2284/91, desregulaban la venta de remedios permitiendo su comercialización en quioscos de golosinas y supermercados, como si fueran inocuos.
Sin embargo, para Valverde esta nueva ley sería sólo un muy buen primer paso, “pero faltará que se aprueben dos proyectos más en el Congreso (en referencia a los impulsado por el diputado Juan Sylvestre Begnis, titular de la Comisión de Salud de Diputados, y otro por la Senadora Nacional Silvia Ester Gallego) sobre lo que se denomina la Trasabilidad”, en relación a la intensión de colocarle a cada envase un dispositivo con un registro informático, por ejemplo de radiofrecuencia, que permitiera en cualquier momento y en cada medicamento, identificar quién y dónde se hizo, quién lo distribuyó, donde se comercializó. “Incluso en la casa del paciente”. Hoy hay sólo un código de barras.
Por ahora, quien tenga dudas sobre algún medicamento, puede acercarse a cualquier farmacia, pedir por el farmacéutico, mostrarle el remedio y consultar por la autenticidad del remedio. El profesional está obligado a brindarle asesoramiento.
Otras formas de asegurar su calidad son: por un lado, revisar que el envase no esté en condiciones extrañas (caja rota, blister abierto, etc) y que el farmacéutico le haya retirado delante suyo el troquelado con el código de barras; pero si quedan sospechas, consultar por el número de lote que figura en su medicamento llamando al ANMAT: 0-800-333-1234 ó al INAME (Instituto Nacional de Medicamentos) al 4340-0800.