18 de Enero de 2015
Fernando Braga Menéndez. Publicista
“La clave es combinar gestión con una visión que enamore”

¿Cómo analiza la estrategia de campaña de los candidatos en la costa?
–Comenzando por Daniel Scioli, es un hombre que ha logrado que se asocie su imagen con vacaciones, sol, mar, relax, placer. De manera que se instala en Mar del Plata naturalmente. Es el que más ha capitalizado el Operativo Sol y todo lo que significa para los argentinos Mar del Plata. Para todos los demás, aparecer ahí es algo nuevo. Para Binner, Cobos, Carrió inclusive, Macri. Respecto de las campañas, la derecha ve en Macri la virtud de ser nítido, reaccionario en serio, en todo: con el juez Griessa, con los derechos humanos. Es la voz cantante de la parte más conservadora y reaccionaria argentina. Después tenemos un populismo-reaccionario que es Sergio Massa. Este hombre, que se ha hecho sacar una foto para su afiche publicitario donde, por el tipo de iluminación, por la mirada a futuro, etc., el mensaje es: “Yo veo un poco más allá de lo que ve la población en general”. Un afiche pianta-votos, porque la gente no quiere que un candidato sea mucho más que ellos mismos. El votante busca “el candidato que se parece a mí”, por eso van a Mar del Plata. Esa cosa tan por arriba de la gente, con la leyenda “DIS-TIN-TO”, lo exhibe como a una estrella de rock y a la vez lo muestra sin la obligación de enumerar sintéticamente algo de su gestión concreta. Cosas reales, verdaderas, que las debe tener, porque estuvo en el Anses, fue jefe de Gabinete. Un publicitario sabe que debe mostrar un poquito de gestión, algo bien estudiado, bien definido; no un mamotreto ni un tratado de las cosas que hizo en su vida, pero sí debería rendir cuenta a la gente sobre qué hizo. La gente eso lo valora. En ese sentido, Randazzo se pasa de rosca para el otro lado. Porque con todo el tema de los documentos y los trenes vende gestión, y eso está perfecto, pero le falta un poquito de vuelo. Randazzo debería hablar un poquito de la deuda externa, del juez Griessa, de la unión latinoamericana, de lo que está pasando en el mundo; sobre todo en un país donde la prensa oculta todo, invisibiliza y hace perder noción del mundo real, donde están pasando cosas muy fuleras. Porque ésta es una elección presidencial, no son las parlamentarias. La gente entiende que acá se ponen en juego cosas en serio. Sus hijos, su abuelito, el futuro, todo. Son presidenciales y un país como la Argentina que es tan presidencialista exige una figura fuerte. Otro caso es el de Agustín Rossi que sacó un afiche en el que discute con aquél de Massa donde Rossi contesta “Un país igual”. Creo que Rossi sería un excelente presidente, pero el afiche debería hablar de profundizar o de sus logros, que son muchos; pero competir directamente contra Massa empobrece su campaña y pasa desapercibido. Después, los restos del radicalismo, los restos del socialismo, son jirones: sus campañas son tan mediocres, tan huecas en todo sentido que parecen de compromiso, cargadas de adjetivos, hablando de honestidad y futuro. El Frente para la Victoria tiene una serie de candidatos muy bien posicionados. Entre ellos, Scioli realmente ha logrado estar muy bien ubicado en la opinión pública.
–¿Y no considera que un candidato que intenta instalarse desde hace tres años y medio debería estar mucho más arriba de veinte puntos?
–No. No es fácil estar primero. Y él lo está. Lo de Scioli no es por gestión. Creo que él logra instalarse porque en elecciones presidenciales es imprescindible que se conozca al candidato como si fuera su amigo, su vecino, su primo; alguien muy cercano. Y en él la gente ve a un campeón mundial de motonáutica, sabe que el papá tenía una casa de artículos del hogar y que era uno de los socios de Canal 9, el tipo común siguió sus salidas con una modelo muy linda que se llamaba Karina Rabollini, que era preciosa, lo sabe, tipo piola. Sabe que tuvo una hija y que la reconoció finalmente, sabe que en una salida con Menem perdió el brazo, que se recuperó de ese trance. Está como blindado inteligentemente, y no se le conocen episodios de corrupción.
–¿Cree que los ataques del mismo FpV lo fortalecen?
–Él no solamente fue a la presentación de Clarín en Mar del Plata, que trajo tanto revuelo; también había ido a cada Expoagro que son del grupo Clarín y La Nación, dos medios que son usinas de mentiras y calumnias vergonzosas para la prensa argentina, enemigas del Gobierno y él se muestra incluso ahí. Y yo aseguro, porque lo conozco, que Scioli no cayó ingenuamente. La tiene clarísima. Lo de él es una especulación milimétrica. Si la hace es porque le conviene. El Gobierno nacional ha hecho muchísimo para corregir cosas que llevan mucho tiempo, no cabe ninguna duda. Lo que cuesta, lo que duele, es que en un país como la Argentina, después de 12 años de un gobierno que ha venido realmente a romper las estructuras anquilosadas que, en palabras de Néstor, “donde rascás sale pus”, sea en la Justicia, en los militares, en el sector empresario donde rascás sale pus… lo que duele es que los tres candidatos con mayor intención de votos sean conservadores como Scioli, Massa y Macri, es increíble; es para reflexionar mucho respecto al pueblo que somos y cómo somos.
–¿Cómo es que el candidato mejor posicionado sea el más resistido por su propio partido?
–Eso es lógico, porque el FpV tiene una atracción y un origen setentista. Y me incluyo cuando digo que somos los tipos que en los ’70 creímos que podríamos hacer un país mejor, que nos quedaron un montón amigos en el camino, que hicimos lo que pudimos para seguir tirando, y que estábamos seguros de que nos moriríamos sin ver un cambio importante porque estaba todo muy podrido y estábamos en el escepticismo total. Pero que de golpe cayó Néstor Kirchner, del sur de la Patagonia, con un par de bolas increíbles, con una compañera de puta madre que entró a dar vuelta todo, y todos nos entusiasmamos. Y se logró que sectores amplísimos, incluyendo a la juventud, se entusiasmaran y salieran a la calle a defender lo que se estaba empezando a lograr… Obviamente todo tiene internas, no hay ningún frente que sea absolutamente homogéneo. Y hoy tenemos miedo que el tipo que más intención de votos tiene, pudiera traicionarnos. Estaríamos todos más seguros si fuera Taiana o Rossi, por sus historias. Taiana se comió siete años en cana durante la dictadura, Rossi fue muy valiente en diferentes momentos, incluyendo la 125. Son tipos que se jugaron porque tenían claro qué estaba atrás de todo esto.
–¿Qué cree que les falta a Taiana y a Rossi en sus campañas?
–Para ser claro: tiempo y mil millones de pesos. Hoy en día, en política, acá y en cualquier parte del mundo, si no tenés cifras muy importantes no llegás a nada.
–El éxito de una campaña, ¿depende estrictamente de la capacidad financiera del equipo?
–No, de ninguna manera. Pero eso es imprescindible. Es necesario pero no suficiente. Yo hice muchas campañas electorales, y también para productos como zapatillas, bancos, tarjetas de crédito, automóviles. Hice campañas para gestión de gobierno y esto es electoral. Y las electorales las gané todas. La clave es combinar datos concretos de gestión con una visión que enamore a la gente y que le venda un futuro, pero tiene que estar respaldado en una gestión, tiene que encajar perfectamente.
–¿Qué diferencia hay entre vender un candidato político, un yogurt o una zapatilla?
–Permítame una broma: la gran ventaja de la zapatilla es que no habla. Hay cosas que son iguales y otras que son diferentes. Es igual toda la mecánica industrial que implica una agencia de publicidad, esto de llegar a 70 canales en 4 horas, sacar un comercial en 5 ó 6 horas, etc. Esto corre para campañas electorales. Hay un aspecto industrial de planificación de medios, de engranajes aceitados, preparados y orientados hacia la producción de piezas de comunicación. En eso, la industria publicitaria es una fábrica. Con una zapatilla tenés más tiempo. Y la gente sabe que un yogurt o zapatilla que no te gustó, te compras otro a los tres días, pero al presidente que no te gustó te lo tenés que bancar mucho tiempo, y afecta la vida cotidiana. Y la gente no es estúpida. Perón murió hace 50 años y todavía sigue dando lecciones. Menem dejó 18 millones de desocupados y un país en el desastre. Puede ser que alguien vote porque el candidato “tenía en el cuello un tatuaje” o “me pareció simpático”, pero hay pocos irresponsables.
–¿Qué opina acerca de Sergio Uribarri y Julián Domínguez?
–Uribarri tiene poca exposición. Domínguez está apareciendo con un perfil combativo, interesante, como un hombre sólido, muy católico; pero si salís y le preguntás al primero que pase, hay altísimas posibilidades de que no sepa quién es. Pero te voy a decir que a mí el tipo que me encanta es Kicillof.
–¿Cree que Kicillof debe acompañar la fórmula sea quien fuere el candidato a presidente?
–¡No! Yo quiero a Kicillof como candidato a presidente. Mire: Kennedy, Felipe González, Fidel Castro, Tony Blair, todos fueron presidentes jóvenes. Y Kicillof mostró poder con los buitres, con Repsol-YPF, con las 9 corridas del dólar, con el Club de París… ¿Sigo?
–¿Cuál cree que será el factor definitorio?
–Cristina. La presidenta tiene un valiosísimo apoyo de más de un 40%. Eso va a ser mucho más que cualquier campaña publicitaria porque ella está asociada directa, estricta y fuertemente con lo logrado en estos años y con los ovarios que tuvo para seguir luego de que se le murió el marido. Y siguió adelante cuando empezaron a decir barbaridades, que estaba escondida en Calafate, que no iba a venir después de que murió Néstor… La gente sabe que supo capear temporales muy bravos. Y encima ha llevado adelante todo con alegría, con responsabilidad, no es una mujer amargada, es una mina seria, y eso la gente lo valora, le llega… y eso se vio en el acto del 10 de diciembre pasado cuando la plaza se vació por el temporal y ella hizo el acto dentro de Casa de Gobierno y a las tres horas La Plaza estaba llena de nuevo porque querían verla. Y salió. Y eso, para ella, debe ser una inyección de entusiasmo increíble. El único país del planeta que celebra el “día de la lealtad” es la Argentina. Acá, en un acto, se llueve todo, pero cuando aparece volvemos a decir: “Acá estamos todos de vuelta”. Y ahí no hay choripán ni ómnibus ni todas esas mierdas.
–Comenzando por Daniel Scioli, es un hombre que ha logrado que se asocie su imagen con vacaciones, sol, mar, relax, placer. De manera que se instala en Mar del Plata naturalmente. Es el que más ha capitalizado el Operativo Sol y todo lo que significa para los argentinos Mar del Plata. Para todos los demás, aparecer ahí es algo nuevo. Para Binner, Cobos, Carrió inclusive, Macri. Respecto de las campañas, la derecha ve en Macri la virtud de ser nítido, reaccionario en serio, en todo: con el juez Griessa, con los derechos humanos. Es la voz cantante de la parte más conservadora y reaccionaria argentina. Después tenemos un populismo-reaccionario que es Sergio Massa. Este hombre, que se ha hecho sacar una foto para su afiche publicitario donde, por el tipo de iluminación, por la mirada a futuro, etc., el mensaje es: “Yo veo un poco más allá de lo que ve la población en general”. Un afiche pianta-votos, porque la gente no quiere que un candidato sea mucho más que ellos mismos. El votante busca “el candidato que se parece a mí”, por eso van a Mar del Plata. Esa cosa tan por arriba de la gente, con la leyenda “DIS-TIN-TO”, lo exhibe como a una estrella de rock y a la vez lo muestra sin la obligación de enumerar sintéticamente algo de su gestión concreta. Cosas reales, verdaderas, que las debe tener, porque estuvo en el Anses, fue jefe de Gabinete. Un publicitario sabe que debe mostrar un poquito de gestión, algo bien estudiado, bien definido; no un mamotreto ni un tratado de las cosas que hizo en su vida, pero sí debería rendir cuenta a la gente sobre qué hizo. La gente eso lo valora. En ese sentido, Randazzo se pasa de rosca para el otro lado. Porque con todo el tema de los documentos y los trenes vende gestión, y eso está perfecto, pero le falta un poquito de vuelo. Randazzo debería hablar un poquito de la deuda externa, del juez Griessa, de la unión latinoamericana, de lo que está pasando en el mundo; sobre todo en un país donde la prensa oculta todo, invisibiliza y hace perder noción del mundo real, donde están pasando cosas muy fuleras. Porque ésta es una elección presidencial, no son las parlamentarias. La gente entiende que acá se ponen en juego cosas en serio. Sus hijos, su abuelito, el futuro, todo. Son presidenciales y un país como la Argentina que es tan presidencialista exige una figura fuerte. Otro caso es el de Agustín Rossi que sacó un afiche en el que discute con aquél de Massa donde Rossi contesta “Un país igual”. Creo que Rossi sería un excelente presidente, pero el afiche debería hablar de profundizar o de sus logros, que son muchos; pero competir directamente contra Massa empobrece su campaña y pasa desapercibido. Después, los restos del radicalismo, los restos del socialismo, son jirones: sus campañas son tan mediocres, tan huecas en todo sentido que parecen de compromiso, cargadas de adjetivos, hablando de honestidad y futuro. El Frente para la Victoria tiene una serie de candidatos muy bien posicionados. Entre ellos, Scioli realmente ha logrado estar muy bien ubicado en la opinión pública.
–¿Y no considera que un candidato que intenta instalarse desde hace tres años y medio debería estar mucho más arriba de veinte puntos?
–No. No es fácil estar primero. Y él lo está. Lo de Scioli no es por gestión. Creo que él logra instalarse porque en elecciones presidenciales es imprescindible que se conozca al candidato como si fuera su amigo, su vecino, su primo; alguien muy cercano. Y en él la gente ve a un campeón mundial de motonáutica, sabe que el papá tenía una casa de artículos del hogar y que era uno de los socios de Canal 9, el tipo común siguió sus salidas con una modelo muy linda que se llamaba Karina Rabollini, que era preciosa, lo sabe, tipo piola. Sabe que tuvo una hija y que la reconoció finalmente, sabe que en una salida con Menem perdió el brazo, que se recuperó de ese trance. Está como blindado inteligentemente, y no se le conocen episodios de corrupción.
–¿Cree que los ataques del mismo FpV lo fortalecen?
–Él no solamente fue a la presentación de Clarín en Mar del Plata, que trajo tanto revuelo; también había ido a cada Expoagro que son del grupo Clarín y La Nación, dos medios que son usinas de mentiras y calumnias vergonzosas para la prensa argentina, enemigas del Gobierno y él se muestra incluso ahí. Y yo aseguro, porque lo conozco, que Scioli no cayó ingenuamente. La tiene clarísima. Lo de él es una especulación milimétrica. Si la hace es porque le conviene. El Gobierno nacional ha hecho muchísimo para corregir cosas que llevan mucho tiempo, no cabe ninguna duda. Lo que cuesta, lo que duele, es que en un país como la Argentina, después de 12 años de un gobierno que ha venido realmente a romper las estructuras anquilosadas que, en palabras de Néstor, “donde rascás sale pus”, sea en la Justicia, en los militares, en el sector empresario donde rascás sale pus… lo que duele es que los tres candidatos con mayor intención de votos sean conservadores como Scioli, Massa y Macri, es increíble; es para reflexionar mucho respecto al pueblo que somos y cómo somos.
–¿Cómo es que el candidato mejor posicionado sea el más resistido por su propio partido?
–Eso es lógico, porque el FpV tiene una atracción y un origen setentista. Y me incluyo cuando digo que somos los tipos que en los ’70 creímos que podríamos hacer un país mejor, que nos quedaron un montón amigos en el camino, que hicimos lo que pudimos para seguir tirando, y que estábamos seguros de que nos moriríamos sin ver un cambio importante porque estaba todo muy podrido y estábamos en el escepticismo total. Pero que de golpe cayó Néstor Kirchner, del sur de la Patagonia, con un par de bolas increíbles, con una compañera de puta madre que entró a dar vuelta todo, y todos nos entusiasmamos. Y se logró que sectores amplísimos, incluyendo a la juventud, se entusiasmaran y salieran a la calle a defender lo que se estaba empezando a lograr… Obviamente todo tiene internas, no hay ningún frente que sea absolutamente homogéneo. Y hoy tenemos miedo que el tipo que más intención de votos tiene, pudiera traicionarnos. Estaríamos todos más seguros si fuera Taiana o Rossi, por sus historias. Taiana se comió siete años en cana durante la dictadura, Rossi fue muy valiente en diferentes momentos, incluyendo la 125. Son tipos que se jugaron porque tenían claro qué estaba atrás de todo esto.
–¿Qué cree que les falta a Taiana y a Rossi en sus campañas?
–Para ser claro: tiempo y mil millones de pesos. Hoy en día, en política, acá y en cualquier parte del mundo, si no tenés cifras muy importantes no llegás a nada.
–El éxito de una campaña, ¿depende estrictamente de la capacidad financiera del equipo?
–No, de ninguna manera. Pero eso es imprescindible. Es necesario pero no suficiente. Yo hice muchas campañas electorales, y también para productos como zapatillas, bancos, tarjetas de crédito, automóviles. Hice campañas para gestión de gobierno y esto es electoral. Y las electorales las gané todas. La clave es combinar datos concretos de gestión con una visión que enamore a la gente y que le venda un futuro, pero tiene que estar respaldado en una gestión, tiene que encajar perfectamente.
–¿Qué diferencia hay entre vender un candidato político, un yogurt o una zapatilla?
–Permítame una broma: la gran ventaja de la zapatilla es que no habla. Hay cosas que son iguales y otras que son diferentes. Es igual toda la mecánica industrial que implica una agencia de publicidad, esto de llegar a 70 canales en 4 horas, sacar un comercial en 5 ó 6 horas, etc. Esto corre para campañas electorales. Hay un aspecto industrial de planificación de medios, de engranajes aceitados, preparados y orientados hacia la producción de piezas de comunicación. En eso, la industria publicitaria es una fábrica. Con una zapatilla tenés más tiempo. Y la gente sabe que un yogurt o zapatilla que no te gustó, te compras otro a los tres días, pero al presidente que no te gustó te lo tenés que bancar mucho tiempo, y afecta la vida cotidiana. Y la gente no es estúpida. Perón murió hace 50 años y todavía sigue dando lecciones. Menem dejó 18 millones de desocupados y un país en el desastre. Puede ser que alguien vote porque el candidato “tenía en el cuello un tatuaje” o “me pareció simpático”, pero hay pocos irresponsables.
–¿Qué opina acerca de Sergio Uribarri y Julián Domínguez?
–Uribarri tiene poca exposición. Domínguez está apareciendo con un perfil combativo, interesante, como un hombre sólido, muy católico; pero si salís y le preguntás al primero que pase, hay altísimas posibilidades de que no sepa quién es. Pero te voy a decir que a mí el tipo que me encanta es Kicillof.
–¿Cree que Kicillof debe acompañar la fórmula sea quien fuere el candidato a presidente?
–¡No! Yo quiero a Kicillof como candidato a presidente. Mire: Kennedy, Felipe González, Fidel Castro, Tony Blair, todos fueron presidentes jóvenes. Y Kicillof mostró poder con los buitres, con Repsol-YPF, con las 9 corridas del dólar, con el Club de París… ¿Sigo?
–¿Cuál cree que será el factor definitorio?
–Cristina. La presidenta tiene un valiosísimo apoyo de más de un 40%. Eso va a ser mucho más que cualquier campaña publicitaria porque ella está asociada directa, estricta y fuertemente con lo logrado en estos años y con los ovarios que tuvo para seguir luego de que se le murió el marido. Y siguió adelante cuando empezaron a decir barbaridades, que estaba escondida en Calafate, que no iba a venir después de que murió Néstor… La gente sabe que supo capear temporales muy bravos. Y encima ha llevado adelante todo con alegría, con responsabilidad, no es una mujer amargada, es una mina seria, y eso la gente lo valora, le llega… y eso se vio en el acto del 10 de diciembre pasado cuando la plaza se vació por el temporal y ella hizo el acto dentro de Casa de Gobierno y a las tres horas La Plaza estaba llena de nuevo porque querían verla. Y salió. Y eso, para ella, debe ser una inyección de entusiasmo increíble. El único país del planeta que celebra el “día de la lealtad” es la Argentina. Acá, en un acto, se llueve todo, pero cuando aparece volvemos a decir: “Acá estamos todos de vuelta”. Y ahí no hay choripán ni ómnibus ni todas esas mierdas.