Entrevista a Guillermo Puerta, médico detenido el 26 de abril.
“Al núcleo duro de votantes de Macri, la represión no le importa”
Uno de los médicos encarcelados durante la represión en el Hospital Borda, que además padeció el encierro y la tortura de la última dictadura, revisa los hechos del viernes 26, pero también el complejo escenario de la Ciudad.
Estaba sentado en uno de los banquitos de plaza del patio. El dolor por los golpes recibidos en las piernas era muy fuerte. Oyó un “¡a ése!” y antes de lograr levantar la vista, una lluvia de palazos, puñetazos y patadas lo inmovilizaron. Después lo maniataron con precintos plásticos y lo tumbaron en el piso. Las imágenes siguientes se confundieron en colores y en sepia. El pasado y el presente se cruzaron en un déjà vu. Tal vez por eso, el médico Guillermo Puerta, mientras la Policía Metropolitana lo arrastraba al camión celular, empujó y maldijo a los gritos. Necesitaba testigos de quién se lo llevaba. “Fue un reflejo adquirido. En ese momento, quise generar una acción que obligara a ver que me llevaban detenido”. En otras épocas, eso podía ayudar en su búsqueda para rescatarlo. “Por supuesto que no es lo mismo, pero por algo salió ese reflejo”, relata a Miradas al Sur el doctor Puerta, jefe del Servicio en el Hospital Borda, encarcelado en la represión del viernes 26 de abril que dejó un saldo de 50 heridos, ocho detenidos, incalculables traumas a internos del neuropsiquiátrico y la demostración frente a toda la sociedad de que la ambición por montar allí un negocio inmobiliario no reconoce ni los fueros parlamentarios de la democracia.
Guillermo Puerta es todavía un hombre de gran presencia y no se había recibido de médico cuando conoció las cárceles de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse. Estudiaba en Córdoba y con sólo 21 años pasaba sus primeros tres meses en un calabozo tras la rebelión obrero-estudiantil del 15 de marzo de 1971 conocida como el Viborazo. Volvería al encierro unos años más tarde, ya recibido, con la dictadura de Videla. Así, pasó por el Centro Clandestino de Detención (CCD) La Perla, luego por la U9 de La Plata y por la U6 de Rawson. Le dieron “libertad controlada” por lo que debía pasar por una comisaría por períodos gradualmente más distanciados hasta que tuvo su libertad completa en septiembre de 1983, poco antes de las elecciones. Por sus padecimientos, es testigo protegido por la causa La Perla II, en Córdoba.
En junio próximo cumplirá 29 años en el Borda. Es asmático, tiene problemas en las articulaciones y circulatorios. Por eso un ligero pellizco le deja moretones. Cuando lo metieron en el celular, fue terriblemente golpeado. Ya estaban adentro los dos primeros de los ocho detenidos: la enfermera Susana Bejarano y Horacio Melnik, trabajador de Talleres Protegidos. Lo liberaron por la tarde, gracias a la gestión de legisladores y a la solidaridad del pueblo apostado en la comisaría.
–¿Qué le sorprendió más de la represión desmedida del 26-A?
–Recién al día siguiente pude ver la magnitud de la represión. Y no lo podía creer. Me asombró que le pegaran a la prensa, porque convengamos que, a Macri, la prensa lo tiene entre algodones. A la marcha del martes no la levantó casi nadie y la taparon con la coronación de Máxima. Todavía no entiendo cómo se llevaron esposado al fotógrafo de Clarín Pepe Mateos o eso de agredir y tirar gas pimienta a legisladores. Pero a la prensa nunca la habían tocado, porque si hay algo que hay que reconocerle al macrismo es el manejo de los medios, que el kirchnerismo tuvo que aprender a los patadones, después del conflicto con el campo.
–¿Cómo contextualiza el conflicto en el Borda?
–Ahora se habla del pacto entre el kirchnerismo y el PRO en la Ciudad de Buenos Aires. Pero el problema empieza mucho antes, en 1992, cuando Carlos Menem les tiró las escuelas y los hospitales nacionales a las provincias y al municipio. Es curioso, pero en la U20, que linda con el terreno del Borda y de la cual desde hace décadas se habla de la intención de trasladarla para utilizar esos terrenos, hace poco, cuando se había vuelto a hablar de la posibilidad de construir el centro cívico en el Borda, se decía que no era posible porque Mauricio Macri no lo instalaría allí mientras existiera ese establecimiento penitenciario. Mucho menos cuando Aníbal Fernández había ordenado reparaciones para humanizarlo. Sin embargo, después del arreglo de la Legislatura, ocurrió lo que nunca había pasado: un rechifle donde aparecen dos muertos y a la semana se ordena el traslado a Ezeiza.
–Sin embargo, en la versión mecanográfica quedó explícito que tanto De Andreis como Ritondo habían dado su palabra de que no se tocaría el Borda…
–Yo no lo veo así. Soy un trotskista a contramano de la historia. Sí está claro que el PRO vino a hacer negocios y que entre los principales está el inmobiliario. Las últimas inundaciones lo han demostrado. Hagamos un ejercicio: tomemos un plano de la Ciudad y pongamos un dedo en Constitución. Cerca se va a encontrar el Rawson, un hospital que se viene abajo, que fue uno de los mejores de Latinoamérica y que fue cerrado por el entonces intendente de facto brigadier Osvaldo Cacciatore, de quien Macri es un confeso admirador. Desde allí puede trazarse una ele que atraviesa el Hospital Tobar García, el Borda, el Moyano hasta llegar a la avenida Suárez, donde está la playa de carga y descarga ferroviaria más grande de Latinoamérica, cerrada por Martínez de Hoz en 1976. Se completa la ele hacia Pompeya. Ése terreno es tan grande que ocupa casi tres veces el de Puerto Madero. Allí quieren hacer un emprendimiento inmobiliario similar. No es casualidad.
–¿Cómo cree que lograrían liberar ese espacio para construir viviendas de alta gama?
–El escenario es el siguiente: Macri ganó su primera elección en una lista en la que fue con la UCR. El arreglo que tenían era quedarse con Salud. Héctor Lombardo, concretamente, sigue en la Municipalidad. La Asociación de Médicos Municipales (AMM) es el brazo ejecutor de la política de ese sector del radicalismo. Y Lombardo, que había sido médico municipal, en la década del 70 fue echado después de un vaciamiento de una mutual de médicos municipales. Hoy la ciudad se encuentra con hospitales de igual complejidad separados por cuatro cuadras, algo que para ellos es inadmisible; pero, en lugar de cerrarlos, deberían otorgarles distintas especialidades. AMM se maneja de manera corporativa. La Ciudad siempre se llevó mal con los hospitales de especialidades. Al mismo tiempo, se encuentran con que al votante de Macri no le importa ni el hospital ni la escuela, porque igualmente paga. Y para el común de la sociedad, incluso para muchos familiares de quienes trabajan en Salud, lo importante es la hotelería y no la calidad en el servicio. Pero han demostrado incapacidad porque muchos hospitales tienen servicios de psicopatología. Si querían desmontar al Borda, podrían haber reforzado estos servicios y descentralizar. Si sólo quisieran trasladar el centro cívico podrían haberlo hecho en los terrenos de la Cárcel de Caseros, que es municipal. ¿Por qué no la terminan de demoler y hacen allí un centro cívico de 48 pisos? Porque quieren el negocio de esa famosa ele y, al mismo tiempo, facilitar el negocio de sus socios y deshacerse de lo que entienden como un gasto.
–¿Coincide con el Nono Frondizi que dijo en la marcha en repudio a la violencia en el Borda que al hospital público “lo estaban dejando secar”?
–Por supuesto. Hace dos años había 1.700 pacientes, ahora hay 710. Quieren llegar al momento en que no haya pacientes. Ahí está el argumento que usaron para tirar abajo el Taller 19: “Si estaba cerrado” o “si les hicimos un espacio nuevo a 100 metros”. El Hospital Argerich fue uno de los mejores de Latinoamérica y el año pasado no tenía agua. Están dejando secar al hospital público para que crezca la salud privada. ¿Cuánto hacía que el sector privado no inauguraba un sanatorio como el que Swiss Medical inauguró sobre la avenida Juan B. Justo? Medicus se ha expandido de una manera impresionante. Pero hay más: ¿cómo puede ser que haya comprado La Trinidad un médico que hace 30 años vendía ropa en la calle Avellaneda? Julio Fraomeni, que es el dueño de todo Medicus y yerno de Armando Cavalieri. Primero compraron Galeno, Tim y AMSA, que se convirtió en Galeno-Life. Eso es de Cavalieri, a través del esposo de su hija. El Nono tiene razón, lo están dejando secar. Y es para que crezcan las privadas.
–¿Por qué sólo la fachada del Borda está en reparación?
–Hace tres años se le cortó el gas al neuropsiquiátrico. Si vemos un mapa del Borda veríamos que es una hache perfecta. Es la línea del medio de esa hache la que está siendo reparada, pero para hacer oficinas. Mi servicio, que está en los laterales, está a 12 metros de esas reparaciones y todavía no tiene gas y ya me dijeron que no lo va a tener. En Mantenimiento, de una dotación que llegó a tener 200 empleados, hoy quedan menos de diez. Y uno de ellos me confesó: “Perdoname, pero a vos tengo orden de no ponerte ni una bombita de luz”. Mi servicio tampoco tiene baño. Esto responde al mismo plan del que habla el Nono. No van a cerrar el Borda, pero sólo dejarán lo que llamamos el departamento 4 y el 5, que son los laterales que dan contra Brandsen, enfrente del Moyano.
–¿Cómo están las internas gremiales en Salud y por qué sigue Amadeo Genta al frente de Municipales?
–Un viejo axioma dice “divide y reinarás”. No es casualidad que Genta y Patricio Datarmini estén al frente del gremio desde que Solís o Garay pisaron suelo porteño. Ellos han mirado al costado de todo lo que ocurre en la Ciudad, porque tenían en juego unos 22 mil contratados, de los cuales han conseguido el pase a planta permanente de 10 o 12 mil que son afiliados de ellos. UPCN también tiene intereses allí, donde su secretario general, Andrés Rodríguez, tiene un pie adentro para ser paritario municipal. Después está nuestro gremio, dividido en tres partes: CTA Yasky, CTA Micheli y la Lista Marrón Clasista. Después está AMM, que no tiene subdivisiones y que en este momento “es” el poder. Hoy, AMM no es un gremio que defiende a los médicos, sino que es en sí mismo el poder. Jorge Gilardi, presidente de AMM, es parte del Gobierno y tiene más peso que el mismo ministro de Salud, por eso no pelea con Macri.
–¿Cómo queda su caso con respecto a la amenaza del macrismo de llevar a juicio a los ocho detenidos?
–El lunes a la tarde nos reuniremos con el equipo de abogados de la CTA de Micheli para defender a los ocho. Además, porque Montenegro dijo en los medios que van a seguir hasta las últimas consecuencias porque nosotros somos “violentos que atentamos contra la libertad de trabajo de obreros de la empresa de construcción” y que resistimos a la autoridad. Me puedo equivocar, pero yo creo que al núcleo duro de los votantes de Macri esto le dará votos.
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