Una brigada antitomas
La policía entró al edificio del normal 4 y del liceo 2.
Bajá el arma!”, gritó una madre a un policía que sostenía del pecho a un alumno mientras otro lo alumbraba con una linterna. Recién ahí vuelve a enfundar su 38 el efectivo de la Federal que había ingresado al colegio tomado de Av. Rivadavia 4950 que comparten el Normal 4 y el Liceo 2.
La escena ocurría cerca de la puerta trasera del edificio, a las 4.30 de la madrugada del jueves, luego de la segunda noche de toma. El colegio es uno más de los 58 con medidas de fuerza en contra del cambio curricular que pretende imponer el PRO en la Ciudad.
A esa hora, nadie controlaba la puerta que, según los caseros del colegio, había sido dejada abierta por olvido. “Tal vez sea cierto que justo quedara abierta la noche en que entró la Policía y sí hubo un error en el control de la comisión de seguridad; pero eso no justifica el ingreso de la Policía con armas en mano, mucho menos el amedrentamiento a estudiantes”, señaló a Miradas al Sur Mariela, una de las profesoras del Normal 4 que acompaña a los alumnos en sus reclamos.
Aquella madrugada habían llegado tres patrulleros alertando a los que estaban despiertos. Liliana Caris, la madre que estaba presente, miraba desde la puerta de Rivadavia cuando escuchó unos gritos cerca de la puerta de Rosario. Corrió hasta allí atravesando pasillos y patios. Y es ese el momento en que gritó al que interrogaba a un alumno, sosteniéndolo con una mano de la solapa y empuñando en la otra su revolver; mientras que otro le apuntaba a la cara con una linterna y un tercero terminaba de subir la escalera que da al sótano. Los policías que parecían muy interesados en recoger datos, cambiaron su actitud de inmediato al ver al adulto. Y comenzaron a excusarse diciendo que habían recibido una denuncia de un encargado del edificio de enfrente quien habría visto gente saltando por arriba de la puerta (que estaba abierta) y que no sabían que el colegio estaba tomado, a pesar de tener carteles indicándolo en todas las entradas.
La falta de experiencia impidió que registraran los nombres de los policías, que nunca se identificaron pero que sí se llevaron los datos de la madre. Tampoco se les ocurrió a los jóvenes utilizar algún celular para registrar el ingreso o el interrogatorio o los rostros de los policías.
Ya una vez relajados, registraron en un acta lo ocurrido y radicaron una denuncia en el ministerio de Seguridad de la Nación. “La mayoría de los docentes de este colegio - revela Mariela - no están de acuerdo con la toma… incluso algunos se han ocupado de hablar a los estudiantes en contra de éstas y por eso acá se sumaron al reclamo recién en esta semana pero así y todo, la inmensa mayoría repudió el apriete”.