El tornado todavía dice presente en los colegios
El Gobierno porteño señala que todas las escuelas están funcionando, pero una recorrida hecha por Miradas al Sur evidencia que aún padecen las consecuencias de los fuertes vientos.
La escuela ya estaba destruida, el temporal sólo la llevó al límite, pero acá hay abandono y por eso la comunidad cortó las calles”, señaló Carolina Golder, integrante de la cooperadora de la escuela 22 del Distrito Escolar (DE) 8, de Parque Chacabuco.
El miércoles 4 de abril pasado, un evento de tormentas severas marcó la semana. Como resultado se registraron 17 muertes, se desprendieron árboles, se destruyeron autos y viviendas. Pero también generó daños en escuelas que debieron suspender sus clases tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Ciudad Autónoma.
Aunque algunos medios se ocuparon de reproducir la información enviada desde el Gobierno porteño según el cual, tras los primeros arreglos, de 46 establecimientos dañados se pasó a 19, luego a 7, y que esta semana “los alumnos volvieron con sus maestras”, la realidad resulta distinta.
La escuela 22, del DE 8 “Antonio A. Zinny” lleva 15 días sin clases porque se desplomó el techo del comedor y hay aulas anuladas por árboles caídos. Como los reclamos de los padres y docentes no fueron escuchados por el Gobierno porteño, reunidos en asamblea se dirigieron a la Legislatura a elevar por escrito una protesta de la comunidad educativa del colegio.
Al respecto, el legislador del Frente Para la Victoria Francisco Tito Nenna denunció que la ausencia de funcionarios del Ejecutivo local obedece a “falta de compromiso para hacerse cargo de los problemas de los porteños. Si no están de vacaciones, se reúnen para estudiar con un Power Point qué decir sobre la recuperación de YPF en lugar de trabajar en las políticas públicas que les competen”, sostuvo. Nenna tomó el reclamo donde exigen reparaciones inmediatas para los problemas generados por el temporal que cuenten con Plan de obra con presupuesto y fecha de finalización. Pero también que se resuelva una situación de abandono estructural para resolver problemas de mantenimiento general que incluyen: arreglos en los espacios verdes que rodean la escuela y donde el pasto habitualmente llega a las rodillas, pisos deteriorados, aulas donde la rotura es total, pizarrones y ventanas rotas.
Carolina Golder reveló a Miradas al Sur que ya desde el año pasado reclamaban que el piso de cuatro aulas se había levantado por las raíces de árboles linderos. “Aunque el Gobierno porteño puso tercerizadas para hacer el mantenimiento de las escuelas, el único mantenimiento lo hacen los padres. Por suerte, y sólo por eso, el árbol que cayó no pasó de la reja”, señaló Golder que indicaba que recién esta semana cortaron el árbol, aunque no se lo llevaron.
En otra escuela, la 10 del DE 13, “Antonio Zaccagnini”, en Lacarra al 1100, en Parque Avellaneda, los vientos generaron destrozos en una pared y hubo que clausurar parte del comedor, tres grados y el salón de usos múltiples. Aquí, Carolina Brandariz, docente y delegada de UTE, denunció la caída de tres árboles añejos, voladuras de chapas, tres aulas inhabilitadas y la falta de línea telefónica. Siguen sin clases desde el lunes y reveló que desde la Dirección Operativa de Incorporación de Tecnologías (Intec) se comunicaron con las autoridades de la escuela para indicar que ya que no concurrían a clases, los docentes debían mandar tareas a los chicos para que la hagan en la casa con las notebooks. Un detalle: la Escuela no tiene conectividad.
En la escuela 10 del DE 5, en Iriarte y Amancio Alcorta, en Barracas, también debieron cortar la calle para ser escuchados. “El corte salió de una propuesta de los padres después de cansarse de reclamar sin respuesta. Vino Gendarmería y la Policía Federal. A las dos de la tarde teníamos a la directora general de Educación Primaria, al director de Infraestructura, gente de la Legislatura y gente de la comuna”, contaba una docente que pidió conservar el anonimato, ya que desde que estuvo al frente de la cartera de Educación porteña Mariano Narodowski rige para maestros una imposición de no hablar con los medios so pena de apercibimiento. “Los que venimos de la otra punta de la ciudad, veíamos como después de avenida Caseros, parecía un país devastado por la guerra: con los árboles caídos, las calles y pasos a nivel cortados. Todavía hay restos. No se terminaron de sacar ni las ramas. Ni los postes de luz caídos”. Entre los casos particulares, una alumna suya, vivía en una casa tomada que se destruyó, pero como no era un inmueble propio, no le dieron ninguna asistencia. Hoy está durmiendo en una pieza que le brindó un templo evangélico de la zona.
Esta escuela tiene un contexto bien marcado: la mayoría de los chicos concurren porque es el lugar donde les garantizan buen trato, comida y contención. Por eso nadie falta. El día siguiente al tornado, hubo clases hasta el mediodía. Sus casas se habían visto afectadas y había que asegurarles qué comer. Concurren 420 niños y hay seis baños de varones y seis de mujeres pero la mayor parte del tiempo están clausurados por problemas de agua. Los docentes subrayan que estos chicos viven en situaciones precarias, con familias ausentes sea porque ambos padres trabajan lejos de sus hogares, en la construcción o limpiando casas, o sea porque tienen a alguno de ellos preso, muerto en una balacera o porque los abandonaron. “Ves a los chicos más grandes viniendo a la escuela y trayendo a sus hermanos. Después se vuelven solos y están así hasta la noche. En la escuela aprenden hábitos básicos como lavarse las manos o comer con la boca cerrada”, revelaba la misma docente.
Esta escuela está a dos cuadras del Ceamse y de una embotelladora de Coca-Cola. Más de una vez, al entrar los docentes al aula, han visto alguna rata escapando. “Acá falta mantenimiento. Y esto es anterior al temporal. Yo tengo en mi aula 31 chicos y 5 goteras que no faltan nunca -ironiza- llueva o haya sol. Y tanto es así que las baldosas ya están comidas por las goteras. El comedor, la sala de música quedaron sin techo y pusieron las mesas para que coman los chicos en los pasillos, los mismos por donde se va a los baños”, sostuvo. Por la falta de techo en el comedor les están dando de comer en los pasillos o en las aulas. Algo que requiere un esfuerzo adicional porque son dos pisos sin ascensor ni rampa.
Pero tal vez, lo que hizo estallar la bronca de muchos docentes fue que uno de los arquitectos de Infraestructura, el mismo día del corte, les dijo: “Tienen que poner más voluntad… Si en tu casa se te cae un árbol en el comedor, comés en el living”. El impacto fue grande y muchas se quedaron mirándolo, hasta que una de ellas pudo lanzarle: “Sí, claro, eso porque tenés una casa con comedor y living. Pero veníte a vivir acá; donde duermen siete en una cama a ver si podés darles esa respuesta estúpida”. Cuando el arquitecto se fue la rabia seguía retumbando en una frase: “¿Más voluntad?”.