Los traficantes de personas mueven millones y pagan entre 5000 y 8000 dólares por una mujer dominicana destinada a la explotación sexual. GENTE habló con una víctima que acaba de regresar a su tierra escapando de lo que define como un secuestro y con una prostituta que se ofrece en plaza Once. También accedió a un informe realizado por organismos de los Estados Unidos, y habló con la Ministro Consejero Encargada de Asuntos Consulares de la Embajada del país centroamericano, con el objetivo de desentrañar cómo es el comercio sexual y la trata de personas en nuestro país.
Por Felipe Deslarmes

((epígrafe 1)) Ante los ojos de la ley
Dominicanas ofrecen sus servicios en Constitución, mientras dos policías recorren la zona. Nadie las consulta si son explotadas por los mafiosos o vinieron engañadas. Cientos son regresadas a su país porque viajan como falsas turistas.
((epígrafe 2)) En la calle
Villa Luro, Flores y Constitución son los barrios donde las dominicanas ofrecen sus servicios. Las que trabajan con la mafia tienen retenidos sus documentos apenas llegan para que no puedan volver a su país.
((epígrafe 3)) Noche caliente
Choli Chevalier tiene 48 años y cobra entre 40 y 50 pesos a cada cliente. Trabaja en un conventillo de Constitución por el que la persona además aporta otros 12 pesos por un modestísimo cuarto.
“A principios de marzo pasado, un hombre que conocía a mi familia vino a mi humilde casa de Santo Domingo con una oportunidad de trabajo muy buena. Era de confianza, y trajo a mi hogar a la mujer que después me raptó”, denuncia una dominicana de 23 años a la que como su causa está en plena investigación bajo secreto de sumario, llamaremos Carla. Hoy, ya de regreso a República Dominicana dice que siente terror, y quiere que lo que vivió, no le pase a otras compatriotas, cada vez más tentadas por los traficantes de personas. Su voz suena trémula a través del auricular: “Esta mujer, que se mostraba muy amable, me dijo que tenía un bar donde yo iba a desempeñarme como camarera. Y que por otro lado iba a poder quedarme con el dinero que ganara como peluquera, porque ese es mi oficio. Pero cuando llegué a la Argentina cambió su trato conmigo. Te confieso que todavía tengo mucho miedo, como nunca en mi vida”.
“TEMO POR MI VIDA”. Carla tiene 23 años, nació en Santo Domingo, es bachiller, y su mamá atiende en una parada (cafetería y restaurante de comidas rápidas). A su papá casi no lo conoció porque murió cuando era niña. La mujer que según su testimonio la trajo a la Argentina con engaños, la esperó en el Aeropuerto de Córdoba, y le habría proporcionado documentación falsa que luego le quitó. “Eran las tres de la mañana. Me subió a un auto y me llevó a una casa apartada, en medio del campo, en el pueblo Justiniano Posse. Ya en el viaje empezó a gritarme y a amenazarme. Yo no entendía nada. Cuando llegamos, el lugar era horrible, espantoso. Tenía las paredes sin terminar, estaba en muy mal estado, como abandonado, todo se veía asqueroso. Me encontré en una habitación en la que me encerraron con una uruguaya menor de edad a la que tenían amenazada con no devolverle a su hija”.
¿Y a ese lugar concurrían hombres?
-Mira, esta mujer, que me dí cuenta de que estaba armada recién cuando llegamos a la casa, me dijo a los gritos “Tú duermes acá y te quedas callada o te voy a vender”. En cuanto se fue, encerrándonos con llave, la uruguaya empezó a contarme su historia y que no sabía adónde nos mandarían, y decirme que nos iban a hacer acostar con hombres. Esa noche me la pasé llorando. Al día siguiente empecé a ver cómo podía irme. Tenía que escapar. Al lado de mi habitación, se escuchaban ruidos. Cuando a la noche siguiente vino de vuelta esta señora, la uruguaya se quedó distrayéndola mientras yo me escapaba por una ventana que pude romper. Corrí sin saber dónde llegaría, hasta que varias horas después encontré una carretera. Pasó un auto. Paró. El chofer me vio llorando y me aseguró que no me haría daño. Le pedí que me sacara de ahí y me llevara al aeropuerto de Córdoba. Le conté lo que me había pasado. Me dijo que iba a Buenos Aires y me podía acercar al consulado. Y eso hizo. Llegamos. Era viernes y las autoridades se estaban yendo. Pero Diana, la cónsul, me recibió y le conté todo. Me dieron hospedaje, los papeles para que pudiera viajar y pasajes de regreso. Recién cuando llegué a mi casa me tranquilicé. Pero pocos días después y hasta ahora, en medio de la noche, todavía me llama esta mujer desde Argentina, amenazándome.
¿Lo denunciaste a autoridades de tu país?
-Lo conté a mis amigas y a mi familia. A nadie le había pasado algo así. Todavía siento miedo. Ella tiene mis papeles, y el hombre que me contactó con aquella mujer, sigue pasando por acá.
“NO ME GUSTARÍA QUE MI HIJA HICIERA ESTO”. No todas las dominicanas que llegaron al país para trabajar en el comercio sexual han llegado engañadas o víctimas de secuestros. Alcanza con pasar a cualquier hora por el cruce de Salta y Cochabamba, doblar por Santiago del Estero, y seguir hasta Juan de Garay para ver un sinnúmero de morenas ofreciendo sus servicios. También ocurre lo mismo en Plaza Miserere y en el porteño barrio de Flores, donde por la avenida Alberdi y hasta Lacarra, en cada esquina hay por lo menos dos esperando clientes. Es fácil reconocerlas: son morenas, suelen tener el pelo con trencitas que parecen redlocks, y la mayoría lucen rellenitas y adoran los colores flúo.
Choli Chevalier -tal es el nombre que acredita-, nació hace 48 años en Santo Domingo. Desde hace dos años y medio vive en Argentina ejerciendo la prostitución. Y explica por qué eligió este país para ejercer su tarea y en qué invierte el dinero que gana. El albergue transitorio donde se desempeña es un viejo conventillo arreglado y limpio de Constitución, donde se escucha todo lo que se habla. Ante el menor grito, salen morenas arreglándose la ropa desde las habitaciones, en señal de auxilio a las demás. Y retornan a sus clientes cuando todo pasa, que pagan 12 pesos por el turno a una especie de conserje del subdesarrollo. Hablamos con Choli.
¿Cuándo y cómo viniste a la Argentina?
-Hace dos años y medio. Siempre quise conocer Buenos Aires, allá se sabe lo grande que es esta ciudad. Me fui un par de veces a Puerto Rico y me contacté con una amiga que tenía unas amigas que vivían por acá y que trabajaban en casas de familia. Me explicó qué posibilidades había y vine. Primero fui a un boliche en Villa María, Córdoba. Ahí trabajé mucho, pero sabía que acá había más dinero.
¿Qué sabés de chicas secuestradas?
-Nada. Las que estamos en la plazas sabíamos qué veníamos a hacer. Yo viajé sola buscando mi platita.
¿Cuánto cuesta tener sexo con vos?
-Por un servicio de 20 minutos o media hora, 40 ó 50 pesos. Depende de qué quiera el cliente. Algunos me piden amanecer conmigo, y eso no tiene precio (Sonríe y sus dientes blancos resaltan en su cara.)
¿No tenés miedo de que alguien te pueda hacer daño?
-Primero, que yo no me subo a ningún auto y no voy a departamentos. Tenemos arreglos con los hoteles. Con las chicas que estamos en la plaza, tomamos las patentes de los autos y estamos mirando si cuando una entra al hotel tarda mucho, o si él hombre sale solo.
¿Cómo es el día a día?
-Voy a la plaza a las 17 y camino, porque no puedo quedarme quieta. Y a las 23 me voy a casa. Si llueve o hace mucho frío, me quedo en casa. Cuando trabajo los hombres se me acercan y me dicen si me gusta la Argentina? Si están en autos, me llaman o me hacen señas con las luces, les digo que se metan en un hotel cercano o que vayan a Cromañón y yo voy para allá.
¿Tenés familia?
-Tengo una hija mujer de 19 que estudia contabilidad y tres varones de 27, 25 y 22 años. Uno trabaja pintando autos, otro letreros y el restante estudia ingeniería. Son buenos muchachos. Cada uno de ellos ahora tiene un hijo… pero les he dicho que jamás me llamen abuela.
¿Saben lo que hacés acá?
-Sí, y me dicen: “Ay mami, cuídate, por favor, ten mucho cuidado”.
¿Qué hacés con la plata que ganás?
-Giro dinero para pagar el estudio de mis hijos y me ocupo de tener linda ropa para estar bonita, con una carterita y zapatitos lindos. Cada tanto me gusta ir a un lugar de lujo a tomarme una fresita.
¿Y si tu hija necesitara trabajar de esto?
-(Por primera vez en toda la charla se pone muy seria) ¡No, Dios me libre y no me castigue así, Madre María purísima! Yo lo hago para que ella no tenga que hacerlo nunca. Que estudie, se reciba y que no le falte nada. (Se le llenan los ojos de lágrimas).
¿Pensás volver a tu país?
-Sí, claro, mi amor, en dos años voy a estar de vuelta allí. Extraño bastante, y no soporto no haber conocido a mis nietitos.
ZONAS DE RIESGO. El informe de Derechos Humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos es específico: “La trata de personas (hombres, mujeres y niños) es un grave problema en la República Dominicana”. Citando al Centro para la Orientación e Investigación Integral (Coin) y a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la entidad demanda que los países de principal destino están en Europa Occidental, pero también lo son Argentina, Brasil, Centroamérica y el Caribe; que el mayor riesgo lo corren las mujeres entre 18 y 25 años y que muchas víctimas eran madres solteras sin educación, en busca de mejorar las condiciones de vida de sus hijos. Involucra a dominicanos y extranjeros en cientos de redes de trata. Aclara que estas organizaciones son típicamente grupos pequeños y que las personas reclutan a las tratadas y les agencian identificación y documentos de viaje. Señala que los traficantes frecuentemente conocen a las mujeres por medio de amigos y familiares, les prometen alguna forma de trabajo, obtienen documentos falsos o ilegítimos, y muchas veces retienen sus pasaportes luego de llegar al país de destino. También detalla que estas organizaciones reciben de 5.000 a 8.000 dólares para traficar a una mujer con el propósito de explotación sexual.
En República Dominicana, un país con 10 millones de habitantes, un estudio realizado en 2008 por la Secretaría de la Mujer y de Derechos Humanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, señaló que entre 17 mil y 33 mil personas están vinculadas con el turbio negocio de la trata de personas. En la Argentina, ronda los 10 mil la cantidad de inmigrantes dominicanos en todo el territorio nacional. Según estadísticas de la Dirección de Migraciones, los pedidos para radicarse en aquí pasaron de 663, en 2007, a 1.168 en 2008; y desde marzo último, unas 166 dominicanas fueron regresadas a su país (en un mismo vuelo llegaron a rechazar 54 mujeres y dos días después otro con 20) bajo la carátula “Falsas turistas”.
La justicia cordobesa está trabajando a fondo en el caso de Carla, la pesquisa está avanzada, y con posibilidades de desbaratar a los delincuentes que trafican con la vida. Pero no les resulta fácil progresar en la investigación y conseguir testigos. Sencillamente porque ante la mafia, delatores y quienes cometen errores pagan con la muerte.
((Recuadro)) "Los traficantes de personas operan desde los 90"
Diana Cambiaso de Mena, Ministro Consejero Encargada de asuntos Consulares de la Embajada de la República Dominicana habló sobre la dificultad de abordar un tema tan complejo como el tráfico de personas para prostituirlas.
-¿Cómo descubren estas organizaciones?
-Sabemos que hay mafias que operan con la trata de personas en Argentina desde los años 90, pero es evidente que actualmente se han fortalecido y logran esquivar los controles. Ocurre que podemos empezar a investigar recién cuando nos contacta algún familiar desde allá preguntando por alguien que llegó y con quien perdieron contacto. O cuando aparece alguien que escapó pidiendo ayuda. Otra forma de descubrirlas es cuando aparecen casos de gente que supuestamente viene a pasear, pero no tiene contratado ningún hospedaje, no pueden mostrar a un conocido con un domicilio fijo o que pueda mantenerlos, ni tienen los pasajes de regreso.
-¿Cuáles suelen ser los destinos para estas esclavas sexuales?
-Muchas veces las traen a Buenos Aires y después las trasladan, pero muchas otras las llevan secuestradas directamente a las provincias. Los lugares donde hemos detectado focos son: la Patagonia, principalmente Río Gallegos y Comodoro Rivadavia. También Neuquén y un foco muy fuerte en Córdoba. Los principales problemas para desbaratar estas mafias radican en que las autoridades no saben adónde están. Se suma que cuando alguna logra escaparse y regresar, no quieren denunciar a sus captores o a la persona que las contrató porque temen por sus vidas. Otro tema central es que estas organizaciones se manejan en grupos muy pequeños. Si fueran grandes estructuras, al capturar a uno, se los empezaría a atrapar a todos. Pero ha pasado que la Policía irrumpe en un prostíbulo donde entre 30, 15 eran dominicanas, y de éstas, sólo 7 quisieron ser rescatadas. En algunos casos, porque después de haber pasado por esto creen que en sus familias no querrían que vuelvan. En otros, pasa que para venir vendieron sus casas o tomaron hipotecas para pagar los costos y no quieren volverse con las manos vacías.