Nota publicada en GENTE el 28/02/2012

“Sentimos dolor infinito”Lucas: el peor finalSu cuerpo fue hallado recién a las 57 horas del choque. Estaba en el cuarto vagón, en la cabina del motorman, y se estableció que murió en el acto. Sus padres y amigos, que lo buscaron sin cesar, lo despidieron con amor. Lucas Menghini Rey tenía 20 años y deja a una hija de cuatro años, Guadalupe Paz.
Era músico, artista. Pero sobre todo un hombre libre. El call-center del centro de la Ciudad de Buenos Aires donde trabajaba Lucas era sólo el lugar que le permitía ganarse el pan. Pero vivir, vivía de su música y por la pequeña Guadalupe Paz, su hija de cuatro años. “Lucas llegó a nuestras vidas cuando él quiso y para hacer lo que quiso. Así lo criamos, como a nuestra amadísima hija Lara. Para ser libres”, remarca su padre Paolo Menghini. Y es tan así que hace casi 21 años, María Lujan Rey se enteraba de su embarazo, cuando su familia estaba por irse de vacaciones.
Su papá lo recuerda entre lágrimas: “Nos dejó frases como esta: ‘No llores más, vos por mí no sufras, tenés que aprender a caminar’. Una tristeza gigantesca lo supera.
El miércoles 22, Lucas (o Lu, Luquitas, el Chimu o el Menghi) subió al tren en la estación de Padua. Eligió viajar en la cabina vacía del cuarto vagón, un espacio reservado para el conductor, pero inutilizado y, tal vez por eso, el único lugar donde podría no sentirse como en un tren que carga animales. “Hey! Hoy sos animal”, grita Lucas en su canción Moscas en rosas. Con ése tema, su padre, que es editor en Canal 7, realizó un video con fotos en blanco y negro donde se lo ve sonriente, con una guitarra y un cigarrillo.
Tras el choque, nada se supo de él. Su búsqueda movilizó a decenas de familiares y amigos que pegaron su foto en todos los andenes y trenes del Sarmiento, recorrieron varias veces los hospitales porteños, del Conourbano y clínicas privadas. “En todo momento nos aseguraron que los muertos, identificados o no, eran cincuenta”, lamenta María Luján. Ante la desesperación, su padre revisó los videos de seguridad del ferrocarril Sarmiento y lo vio entrando al tren.
Tarde, muy tarde, se volvió al tren con perros. Habían pasado 57 horas de la tragedia. Se lo identificó por su mochila y documentos. Estaba muy deteriorado, aprisionado en un espacio de 30 centímetros que originalmente era de un metro. De acuerdo a la autopsia, habría muerto inmediatamente, a raíz del impacto. Tenía todos los huesos rotos y según indicaron los bomberos, sus auriculares puestos. Amaba la música.
Su cuerpo sin vida fue llevado a la morgue el viernes a las 20. Paolo fue allí reconocerlo y confirmar la peor de las noticias. Se lo veló en Casa Frida, una casa comunitaria en la que vivía con varios amigos en Ituzaingo, a pocas cuadras de la casa de su madre. La ceremonia duró hasta las 15. “Dolor infinito” describía su familia en un comunicado. En el patio de la casa pintada con murales multicolores se lo acompañó al ritmo de su música tocada por su banda, Chimenea. El último tema, fue del Flaco Spinetta: Todas las hojas son del viento. Los amigos llevaron el féretro hasta el auto de la cochería que no era negro, sino champagne. Abrían paso dos motos de la Policía de la Provincia, detrás una treintena de autos familiares y por último, los amigos en bicicleta. Lo dejaron en un nicho del cementerio Libertad, de Merlo, y marcharon a la estación de Padua para reclamar justicia.
El lunes, en el porteño teatro Margarita Xirgu, la familiarompió el silencio en una despedida en la que no faltaron los agradecimientos a los que ayudaron. “Los que aquí estamos –concluyó María Luján- tenemos la obligación de velar por los derechos de Guadalupe Paz, puesto que su papá ya no puede hacerlo. Lucas nos dejó la misión de cuidar de su más preciado tesoro y esa responsabilidad es la que nos mantendrá el tiempo que sea necesario, luchando sin claudicar hasta conseguir nuestro objetivo, sin corrernos ni medio milímetro de él, y hasta que los culpables respondan por el daño causado a las familias de tanta víctima innecesaria. Nos dejo a Paz, nos dejó en paz y nos dejó paz infinita”.